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El infierno de viajar en avión en México 

“Debido al tráfico en el aeropuerto de la Ciudad de México”. Raro es el vuelo desde o hacia la capital mexicana en el que no se oiga esta frase para justificar un retraso en el itinerario. No importa la línea aérea en la que uno viaje, la probabilidad de que toque un retraso cada vez es mayor. 

El fin de semana pasado viajé con mi esposa y mi hijo de año y medio desde la CDMX a Guadalajara y de regreso con Volaris. Solíamos ser usuarios frecuentes de Interjet, pero nos cansamos de hacer largas colas para documentar que son obligatorias cuando se viaja con menores. 

Volaris tiene un proceso de documentación mucho más ágil y en cuestión de minutos se puede imprimir el pase y entregar maletas. El problema es el proceso de embarque y despegue. Nuestro vuelo estaba programado para iniciar embarque a las 15:30 horas, despegar a las 16:08 y llegar a las 17:36. La realidad es que abordamos a las 16:15, esperamos tanto en pista para despegar que pasando las 18 horas el piloto reportó una alarma de temperatura de combustible, tuvo que estacionar el avión, recibir técnicos para revisar la alarma y reabastecer combustible. Terminamos despegando a las 20 y aterrizando a las 21:05… con tres horas y media de retraso. ¡Nos perdimos el juego de beisbol de los Charros! 

Si sumamos las dos horas que hay que estar con anticipación en el aeropuerto y como 45 minutos de traslado al aeropuerto… estamos hablando de una inversión en tiempo para viajar de CDMX a Guadalajara de ¡más de ocho horas! Consume más tiempo el viaje en avión que el viaje por carretera. 

De regreso no nos fue mucho mejor, se atrasó cerca de hora y media, más el tiempo para que asignaran puerta de desembarque, más la larga espera para que saliera el equipaje por la banda. 

A cambio, Volaris nos ofreció 350 pesos por pasajero por el total de ambos retrasos a abonar en la compra del siguiente vuelo. Buen gesto, aunque realmente no compensa la pesadilla que implica viajar por avión en estas condiciones. 

Investigando en Internet sobre lo que dicen los expertos respecto a la saturación del aeropuerto de la Ciudad de México (AICM) me encontré con estadísticas realmente alarmantes. 

Rebasó su límite técnico en 2014, y en 2018 operó 32 por ciento por encima de su capacidad máxima de pasajeros y superó en 14 por ciento el número máximo de operaciones. Estos rebases tienen consecuencias que van desde lo molesto, como son las largas esperas cuando se acumula tráfico, hasta lo francamente peligroso, porque se pone demasiada presión en la separación mínima recomendada entre una operación y otra. 

En los primeros meses de este año los aterrizajes cancelados debido a embotellamientos en pista se dispararon 84 por ciento y la tendencia apunta hacia un empeoramiento. 

El nuevo aeropuerto en Texcoco era la gran apuesta para resolver el problema, respaldado por todo tipo de estudios. La cancelación del proyecto por parte del presidente, además de la pérdida escandalosa de dinero que conllevó, deja un panorama poco esperanzador para la industria aeronáutica. 

Si el proyecto de Santa Lucía supera todos los litigios que tiene en contra impulsados por distintos colectivos que se oponen a la cancelación de Texcoco, entraría en operaciones hasta 2022 y demandaría un rediseño importante del espacio aéreo porque hay condiciones geográficas que limitan mucho la operación simultánea del aeropuerto Benito Juárez y el nuevo en Santa Lucía. En cualquier caso, tardaría más de una década en generar un alivio significativo de la saturación del AICM. 

La alternativa es incrementar las operaciones en el aeropuerto de Toluca. No es muy atractivo tener que ir de CDMX a Toluca a tomar un vuelo… pero muchos (me incluyo) sin problema harían el trayecto de 60 a 90 minutos a Toluca si con eso se pueden ahorrar tres o cuatro horas de retrasos en el AICM… y una vez que opere el tren, el trayecto se volverá más conveniente. 

Mientras tanto… China planea construir 216 nuevos aeropuertos para 2035. Claro que es un país más grande y poblado, pero aun guardando las proporciones, no queda duda que la visión de aquel país respecto a la importancia de las infraestructuras de transporte para el desarrollo es mucho más clara. 

Twitter: @ortegarance 

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