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Atreverse a la dignidad 

Este domingo recibió un premio por parte de los estudiantes de la Universidad de Guadalajara (UdeG) el ex guerrillero colombiano Rodrigo Londoño Echeverri, Timochenko, y me preguntaba alguien por qué le darían un premio a un guerrillero. Y qué tiene que ver él con México. 

En nuestro país, más allá de la guerrilla zapatista y algunas guerrillas comunistas de hace más de 30 años, no hemos vivido un proceso bélico interno como el de Colombia. Sin embargo, hemos vivido la guerra contra el narcotráfico y la guerra entre los cárteles de la droga que se han intensificado cada año en asesinatos y en víctimas colaterales. 

Jalisco es uno de los territorios con mayor arraigo de los grupos del crimen organizado, siendo la cuna de la organización criminal más importante en muchos sentidos. 

Los cárteles de Colombia tuvieron una etapa sangrienta en la década de 1980, que se ha reducido, mas no desaparecido, pues continúa siendo el principal productor de cocaína y uno de los países con mayor volumen de incautaciones en el mundo. Las Fuerzas Armadas colombianas habían estado divididas entre el combate a las guerrillas y a los grupos del narcotráfico hasta hace unos años en que el proceso de pacificación permitió a los militares enfocarse en atacar a las drogas, actividad auspiciada especialmente por los Estados Unidos. 

Es en ese contexto que Timochenko participó para propiciar la paz junto con el ex presidente colombiano Juan Manuel Santos y toda una generación de políticos colombianos que supieron conciliar los intereses del pueblo con los de la lucha revolucionaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en busca de reducir la violencia y el crimen. 

Los militares entonces viraron su enfoque hacia los grupos dedicados a la producción y el tráfico de drogas, principalmente cocaína, trabajando en destruir los plantíos dedicados a esa producción. En tanto, con recursos propios y provenientes de Washington, el gobierno ha implementado distintas estrategias para reducir el consumo interno e incorporar a cultivos lícitos a las personas que se dedicaban a la primera parte del proceso de producción de las drogas en el campo. 

Finalmente, todo tiene que ver con la tierra. Con cómo se usa la tierra, cómo se distribuye la tierra, cómo se trabaja la tierra para obtener de ella el sustento. En México, la tierra también es un asunto que no se ha resuelto completamente. Los productores agrícolas tienen unos ingresos insuficientes para vivir de manera digna, lejos de los cultivos ilícitos. Incluso ante el embate del crimen organizado y ante la incapacidad del Estado para proteger la tierra y los territorios, comunidades enteras dedicadas a la agricultura se han levantado en contra de los grupos criminales en las autodefensas, cuyo mayor exponente han sido las de comunidades michoacanas. 

Y siendo Jalisco un estado con gran actividad agrícola, también es grande la presencia de grupos criminales que controlan sus actividades. Cobran plaza e intervienen en la política local a pesar de las instituciones del gobierno. Pero aquí no se han formado grupos de autodefensas que hagan contrapeso a los grupos criminales. 

En Jalisco, a pesar de estadísticas que festejan una reducción en ciertos delitos, todos sabemos que el crimen organizado mueve los hilos, especialmente en aquellos pueblos donde la gente no se atreve a oponerse al jefe de la plaza. 

Todavía estamos a tiempo para trabajar por la paz, evitar llegar a ese grado en que se tenga que negociar con autodefensas o guerrillas que nunca deberían existir. Y un primer paso es aceptar que el Estado está ausente y que se debe hacer presente a través de un gobierno al servicio de la gente, que cuide la dignidad y la tierra. 

Twitter: @levario_j

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