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Mi experiencia en el CES 

El 17 de diciembre recibí un whatsapp de Juan René Rosillo, talentoso emprendedor, fundador de la empresa de software Rokode y buen amigo. El mensaje decía: “Voy con un grupo de amigos al CES en Las Vegas, ¿no te quieres sumar?”. 

Inmediatamente empezó en mi cabeza la batalla dialéctica entre el ortodoxo angelito y el aventurero diablito. Uno alegando que ya no daba tiempo de planear a sólo tres semanas y que había mucho trabajo que hacer… y otro gritando que sólo se vive una vez y que no me podía perder la experiencia de ir al evento más importante de tecnología del año con un equipo que garantizaba pasar un rato productivo y divertido. 

Finalmente, como podrán adivinar, porque si no, esta sería una columna muy corta, me convenció la idea de arrancar la década con un viaje inspirador… así es que compré la entrada al CES y el boleto de avión y me puse en manos del destino. 

El 7 de enero hacia el mediodía estaba aterrizando en el aeropuerto McCarran de Las Vegas y después de una tarde de instalarnos y poner en orden los accesos al evento, arrancó lo que terminaría siendo un viaje inolvidable que relataré desde tres perspectivas: los espacios, las tecnologías y los personajes. 

Los espacios. El CES es un auténtico monstruo de evento. Más de 175 mil personas participan en sus actividades que ocupan prácticamente toda la zona del Strip de Las Vegas. Los más de 200 mil metros cuadrados del Centro de Convenciones están completamente ocupados por exhibiciones de lo último en tecnología de consumo de marcas de todos tamaños; buena parte de los 175 mil metros cuadrados del Sands Expo están poblados por el Eureka Park, un espacio en el que más de mil 200 emprendedores de 50 países distintos presentan sus nuevas ideas tecnológicas; y en prácticamente todos los hoteles hay conferencias ocurriendo continuamente. 

Las tecnologías. Parecería que se trata de un evento moderno, pero el CES (abreviación de Show de Electrónica de Consumo en inglés) lleva más de 50 años realizándose… el primero fue en 1967. Desde sus orígenes ha sido un espacio para que los innovadores del mundo presenten su visión de qué sigue en la aplicación de tecnología a nuestras vidas. Ahí se conocieron por primera vez las videocaseteras, las consolas de videojuegos, las computadoras personales, las pantallas de plasma y todo tipo de aplicaciones de software.  

Hoy la evolución tecnológica está ocurriendo en tantos frentes a la vez que el CES se ha convertido, en palabras de Steven Sinofsky en un artículo publicado en Medium, en un “caldo primigenio de innovación”. No es que te encuentres ahí el producto final que podrás comprar la semana que viene en la tienda, sino la materia prima de lo que podría ser nuestro futuro en los próximos dos o tres años.  

¿Qué me llamó la atención en los interminables pasillos de exhibición del CES? Nuestras casas cada vez más robotizadas (de la puerta de entrada hasta la cocina); maneras cada vez más diversas de transportarnos y sin necesidad de que alguien conduzca; pantallas ultradelgadas que se pueden doblar y adaptar a cualquier superficie; aplicaciones de inteligencia artificial en todos lados, desde jardinería hasta deporte, y exoesqueletos que incrementan la capacidad física de las personas. 

Los personajes. El CES suele atraer a muy buen nivel de exponentes. Entre los que tuve la suerte de escuchar estuvo Mark Cuban, empresario e inversionista conocido por su participación en Shark Tank. Dejó buenos mensajes como “no saber de inteligencia artificial hoy es como no haberle dado importancia a Internet en 1999” o “la inteligencia artificial es la nueva misión espacial, los países que no inviertan están fuera de la jugada”. 

En el grupo con el que fui también tuve el placer de conocer y platicar con Beto Pallares, emprendedor, inversionista y profesor en la Universidad de Nuevo México, que además de ser un empresario exitoso es un gran mentor volcado en impulsar al talento joven. Lleva varios años llevando a grupos de estudiantes y emprendedores al CES para inspirarlos a realizar sus proyectos.  

Después de tres días intensos, regreso a México revolucionado. Definitivamente fue una buena idea. 

Twitter: @ortegarance

jl/I