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Agua que no has de beber 

El que parte y reparte se queda con la mejor parte, dice nuestra sabiduría popular, reconociendo el poder de quien tiene la facultad de asignarle a cada uno su porción. Ese es el motivo por el que muchas personas desconfían de las autoridades, lo cual es comprensible. Pero ante esto podemos adoptar una entre varias actitudes, que pueden ir desde la sumisión total hasta la rebeldía más completa. Cada uno define cuál es la que considera más apropiada. 

Sin embargo, si deseamos construir una democracia, lo peor que podemos hacer es desentendernos de la manera en que se ejerce el poder. Es necesario que nos involucremos y que supervisemos cómo va el reparto, para verificar que quien lo lleva a cabo lo haga de la manera más justa posible, porque en muchas ocasiones de eso puede depender la propia existencia, como bien lo saben las comunidades que luchan por defender su derecho al agua potable. 

El agua potable, el vital líquido como se le suele denominar, está escaseando cada vez más en todo el mundo, en parte debido al cambio climático, pero también a causa de nuestro modelo de desarrollo que requiere de muchísima agua, y eso ha provocado que su valor se vaya incrementando, junto con el número de conflictos para definir quién puede usarla y disfrutarla. 

Pero esos conflictos no suelen estar a la vista de la mayor parte de la población, especialmente la que reside en ciudades, por lo que es particularmente valioso el esfuerzo de periodistas de varios estados del país quienes, junto con la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, nos ayudan a darnos cuenta de lo que está ocurriendo con el agua, con una serie de reportajes que dan cuenta de varios de los conflictos a los que me refería, además de ofrecernos un panorama de la manera en que está distribuida el agua en cada entidad. La información completa se encuentra en el informe Los Explotadores del Agua, que puede consultarse en esta dirección: https://contralacorrupcion.mx/explotadores-agua-mexico/ 

Ahora bien, de entrada llama la atención que el ejercicio haya sido impulsado por una organización que se dedica a dar cuenta de los actos de corrupción y no una de corte ambientalista, pero una vez que se revisan los casos queda claro que el usufructo de las fuentes de agua es un campo muy propicio para la corrupción, además de generar violaciones a los derechos humanos de muy diversas maneras. 

Por ejemplo, la autorización oficial para aprovechar el agua extraída de pozos ilegales, con lo que se afecta a otras comunidades que se encuentran más abajo, y a las que ya no les llega el agua porque alguien se la apropió antes. O la autorización a una gran empresa para construir un fraccionamiento sin que se le garantice el abasto de agua, que propicia que más adelante se tome agua de otra comunidad que ahora padece escasez. 

En fin, son muchos los ejemplos de que es necesario corregir la manera en que se regula el uso y la distribución del agua, y por eso ya hay una propuesta elaborada por gente involucrada en la academia y el activismo social, pero que está compitiendo con otras que muy probablemente redactaron quienes tienen interés en seguir acaparando el agua, para aprovecharla en aquello que les deje más ganancias, recibiendo además apoyos fiscales y subsidios, aunque su actividad propicie daños ambientales y deje a poblaciones enteras sin agua. 

Así que a menos que hagamos algo al respecto, muy pronto aquel viejo dicho de “agua que no has de beber, déjala correr” podría terminar refiriéndose al agua que no tenemos oportunidad de beber porque no podemos pagar por ella. ¿Eso queremos? 

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Twitter: @albayardo 

jl/I