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Pandemia, vulnerabilidad y solidaridad 

Cuando una persona se encuentra en una circunstancia en la que puede sufrir un daño se dice que está en situación de vulnerabilidad, porque la vulnerabilidad es cuestión de contexto; por ejemplo, la escasez de gasolina puede poner a poblaciones citadinas en riesgo de no acceder a los alimentos, mientras que poblaciones rurales tendrían menos problemas al respecto. Todas las personas somos más o menos vulnerables, dependiendo de lo que esté ocurriendo a nuestro alrededor. 

Debido a lo anterior, la pandemia del coronavirus está impactando de manera distinta a cada persona que padece sus consecuencias, porque algunas personas están en una situación que las hace más vulnerables que otras. Ante esto es normal que la gente se angustie, y busque la manera de protegerse. Si hay instrucciones claras, se atienden y la angustia disminuye, pero si no hay información, o la que hay es confusa, entonces se puede caer en el pánico. 

Las compras de pánico, por ejemplo, de papel de baño, que no sirve para contener la epidemia, o de productos de aseo, como gel antibacterial, se pueden explicar, de acuerdo con los expertos, como resultado de nuestro comportamiento gregario. Es decir, como animales sociales que somos le damos mucha importancia a lo que hacen los demás para definir nuestra propia conducta, por lo que en una situación de falta de información si vemos a alguien comprando trapeadores a granel de inmediato imitaremos la conducta, aunque pensando con calma las cosas podamos darnos cuenta de que eso no sirve de nada. 

La buena noticia es que ese mismo comportamiento gregario se puede convertir en actos de solidaridad con quienes se encuentran en una situación menos ventajosa. Lo hemos visto claramente cuando hemos sufrido terremotos: es enorme la cantidad de personas que se ofrecen voluntariamente a apoyar como pueden, poniendo sus capacidades al servicio del resto, y por una causa común. 

Así pues, es clara la responsabilidad de quienes ejercen un liderazgo, del tipo que sea, pues son quienes pueden ayudar a que la gente sume sus esfuerzos para superar los retos que enfrentaremos debido a la pandemia, con creatividad y solidaridad, o por el contrario podrían inducir al comportamiento egoísta, depredador y abusivo de manera generalizada. 

Al respecto, me parece que habría que empezar a imaginar estrategias para auxiliar a quienes vivirán una situación más difícil en el muy probable caso de que debamos permanecer en cuarentena generalizada. 

Las mujeres cuyos agresores viven en la misma casa que ellas. ¿De qué manera se les apoyará? ¿Qué se les puede ofrecer para que no queden a merced de quienes las violentan? 

Los niños, especialmente aquellos cuyos tutores no pueden darse el lujo de quedarse encerrados en su casa mientras pasa la pandemia, y cuyos abuelos forman parte justamente de la población que más riesgo corre de enfermarse de gravedad y fallecer a causa del coronavirus. 

Las personas de la tercera edad, en particular aquellas que no tienen la posibilidad de hacerse cargo de sí mismas, que requieren de asistencia la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, en las redes sociales se ha propuesto que pongan un trapo rojo en la ventana para que sus vecinos sepan que necesitan algo. 

¿Y qué se puede hacer en el caso de las personas que viven en situación de pobreza, que se quedarán sin trabajo durante la cuarentena, y que en muchos casos ni siquiera tienen garantizado el acceso a agua limpia? 

En fin, en estos momentos necesitamos generosidad y solidaridad inteligentes, y no es momento para esperar a que el gobierno resuelva todo, aunque también debe hacer su parte. 

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Twitter: @albayardo 

jl/I