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Fase 2: entre la polarización y la incertidumbre 

El martes pasado, el doctor Hugo López-Gatell hizo la declaratoria oficial de que México había ingresado a la Fase 2 de la pandemia. Coincidiendo con este anuncio, la publicación de dos encuestas realizadas por Consulta Mitofsky y el Grupo Reforma nos muestra el estado de ánimo que priva en la opinión pública frente al inminente advenimiento de un evento que no estaba contemplado y del que no se sabe mucho. 

Lo primero que se aprecia es que la mitad de la población experimenta una gran incertidumbre y comparte la percepción de que las decisiones que ha tomado el gobierno federal no han sido las adecuadas ni se han implementado con la oportunidad debida. En la encuesta de Reforma, aunque 59 por ciento confía que el gobierno de AMLO sacará al país de la situación actual, 51 considera que no está tomando las medidas necesarias para evitar la propagación del contagio, frente a 41 que lo aprueba. En el caso de Mitofsky, el contraste entre ambas adquiere proporciones similares: 51.5 por ciento que no confía en las medidas del gobierno, frente a 48.8 que considera que sí lo hace.  

Otro elemento de incertidumbre se encuentra en las expectativas económicas. El 91 por ciento, según Reforma, y 73.5 de Mitofsky, de los entrevistados, afirman que se verá afectada su economía familiar y 46 anticipa una crisis mundial. El impacto es más drástico en el sector localizado en la economía informal. Y no se aprecia que existan programas para atender este asunto con la misma importancia que se otorga a las actividades sanitarias. 

A esto habría que adicionar que, ante la ausencia de acciones concretas, diversos estados se han adelantado, desde hace días, a la implementación de las medidas correspondientes a la segunda fase. Ante la ausencia de un liderazgo político y el vacío de autoridad en el evento de la pandemia, algunos gobernadores se apresuraron a llenarlo. Al parecer no ha resultado del todo acertada la decisión de López Obrador de delegar la conducción de la emergencia al subsecretario de Salud, quien, si bien tiene los conocimientos médicos y científicos para definir una estrategia en términos de salud pública, no tiene la autoridad ni el liderazgo que requiere la conducción política de este proceso. El resultado es que el gobierno federal ha sido incapaz de proponer un plan que, además de observar las fases de desarrollo de la epidemia, convocara a propiciar una tregua en la confrontación política y lograr convencer a un sector mayoritario de la ciudadanía que el plan adoptado era el más adecuado. 

En términos diagnósticos, lo que muestran las encuestas es que, en el umbral de las etapas más difíciles de la pandemia, la sociedad mexicana se encuentra radicalmente dividida. Eso no sería tan grave si las diferencias de opinión no se reflejaran en el permanente clima de confrontación que circula por las redes sociales. Si no se agregara la crispación política, incentivada tanto por la oposición, como por los punzantes señalamientos que se profieren en el curso de las conferencias mañaneras. El presidente debe entender que no se puede hacer un llamado a la solidaridad y pasar luego a fustigar a quienes cuestionen sus decisiones.  

No es posible predecir el tiempo que durará la emergencia, lo que sí es posible afirmar es que solamente mediante la solidaridad y la unidad nacional podremos superarla. 

Twitter: @fracegon 

jl/I