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Transparencia y apertura

Llamó mucho la atención en días pasados la noticia de que el Congreso del Estado de Jalisco obtuvo la mejor calificación en la evaluación llevada a cabo por la organización Ciudadanos por Municipios Transparentes (Cimtra), y con justa razón, diputadas y diputados de Jalisco se congratularon por el resultado, ya que, en cierto modo, eso los clasifica como el Congreso más transparente del país. 

Coincido en que es una buena noticia. Para que una democracia sea funcional es necesario que los poderes públicos sean lo más transparentes posible, ya que sólo así la ciudadanía puede supervisar todos los aspectos de la vida pública y demandar explicaciones cuando nota que algo no está bien. 

El derecho de acceso a la información o, como lo expresa el Instituto de Transparencia de Jalisco (Itei), el derecho a saber es indispensable para poder ejercer otros derechos, por eso se le considera como un derecho fundamental. Sin transparencia o acceso a la información, la población no puede saber a qué bienes o servicios públicos tiene derecho a acceder ni las condiciones o requisitos para hacerlo. Anteriormente, cuando nuestra administración pública era más opaca, el acceso a los bienes y servicios públicos estaba reservado a unas cuantas personas privilegiadas por sus relaciones sociales o a las que pagaban por tener la información necesaria. 

Por otra parte, también es una buena noticia que los Congresos sean más transparentes, porque a quienes se dedican a la política no les gusta estar a la vista del público, más que en ciertos momentos escogidos por ellos mismos. De hecho, en situaciones en las que predomina el autoritarismo, los altos funcionarios suelen trabajar en oficinas con grandes ventanales, pero con vidrios polarizados, de manera que ellos pueden darse cuenta de lo que hace toda la gente afuera, mientras que el caso inverso resulta imposible, así que el hecho que algún sector del servicio público se vaya volviendo transparente es señal de que estamos más cerca de la democracia. 

Sin embargo, la transparencia por sí sola es insuficiente para garantizar la democracia. Es necesaria, y mucho, pero es insuficiente, ya que puede ocurrir que a la vista de todo el mundo se tomen decisiones autoritarias, que violan la confianza que la ciudadanía ha depositado en sus autoridades, como ocurrió cuando el Congreso de Jalisco designó como integrantes del Consejo de la Judicatura a tres personas que no acreditaron los conocimientos mínimos necesarios de acuerdo con lo que marca la ley. 

Por eso tienen razón en desconfiar quienes consideran que hay algo que no cuadra con los resultados en materia de transparencia por parte del Congreso de Jalisco y su manera de actuar en asuntos como el ya mencionado, o el referente al procesamiento de las leyes relacionadas con la desaparición de personas, por mencionar algunos. Pero me parece que esa desconfianza en la evaluación se debe a que le demandan a la transparencia algo que no puede ofrecer. 

Y eso que piden (pedimos) se denomina apertura. Es decir, trabajar en un local con vidrios transparentes, pero cerrado por todas partes, es diferente a hacerlo en uno en el que quienes quieren y pueden ayudar a la realización del trabajo pueden ingresar, también a la vista de todos, a hacerlo. 

Tenemos pendiente una medición y evaluación de los niveles de apertura del Congreso de Jalisco, es decir, de qué tanto permite que la ciudadanía colabore en sus labores, sin que eso implique reemplazar a las y los diputados, pero sí ayudar a que hagan mejor su trabajo, por y para el bien de todas las personas que habitamos en Jalisco. 

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Twitter: @albayardo

jl/I