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Un México violento
Porque nos la quitaron
La cultura de la región centro-occidente de México heredó el estereotipo del charro y el mariachi que ha permeado en el imaginario popular del país y que se ha popularizado en todo el mundo, coincidieron especialistas durante el décimo Coloquio sobre el Mariachi Tradicional La Cultura Regional y la Música Popular: el Mariachi, organizado por el Centro Universitario del Sur (CUSur) de la UdeG, con sede en Ciudad Guzmán.
Ricardo Pérez Montfort, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que en el periodo pre y posrevolucionario, y hasta 1945, la región occidente se fue imponiendo de forma paulatina como un referente simbólico para todo el país por los estereotipos del charro y la china poblana, además de la música regional, que se fueron popularizando como símbolo de la mexicanidad.
Esta construcción social tuvo que ver no sólo con la expresión cultural de la región, sino también con la relación que estados como Jalisco, Michoacán y Nayarit tenían con las esferas de poder de la Ciudad de México, además de su presencia en los contenidos educativos y, sobre todo, por la relación con los medios de comunicación masiva.
Explicó que en la televisión y en el cine, principal medio de comunicación por aquella época, se fue generando la idea de lo mexicano con los trajes de rancho, las fiestas de pueblo, el mariachi y el tequila con películas como Allá en el Rancho Grande o Los tres García, protagonizadas por actores como Pedro Infante y Jorge Negrete.
Añadió que dichos actores reproducían ese estereotipo del charro asociado con la fiesta, la ganadería, los atuendos perfectamente confeccionados y una forma de ser con tintes de machismo, un espíritu valiente y festivo “que se fueron inmiscuyendo en la construcción de un discurso nacionalista que está también impregnado en el proceso revolucionario de la primera década del siglo 20”, indicó.
Andrés Fábregas, miembro del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, campus Occidente, dijo que los simbolismos de esta región del país se “incrustaron” en el nacionalismo mexicano, lo que dio como resultado que el tequila se considerara la bebida nacional y el mariachi, como la música mexicana, una identidad que se ha ampliado a otros países transformándola en música universal.
El experto en antropología explicó que esta trascendencia está relacionada con las similitudes de algunas zonas de los estados que integran la región: Jalisco, Nayarit, Michoacán, Zacatecas y Colima, donde la música es parte del proceso de formación regional, es decir, forma parte del discurso histórico.
Arturo Chamorro Escalante, académico del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), resaltó que, aunque se ha impulsado el eslogan “Jalisco es México”, en la entidad no hay una identidad única, pues tiene que ver con las diferentes configuraciones regionales, porque no es igual en los Altos que en el norte con la comunidad wixárika o en la costa.
En todas ellas la música de mariachi está presente, aunque con variaciones según la idiosincrasia y los instrumentos. De esta manera se puede ver un mariachi con tambora en municipios de los Altos de Jalisco y el sur de Zacatecas, o un mariachi tradicional con violín, vihuela y contrabajo en los municipios con influencia de los indígenas wixárikas; mientras que en la Costa Sur se incluyen el arpa y la llamada “guitarra de golpe”, usados también en la Tierra Caliente de Michoacán.
“Escuchando la música de esas regiones podemos pensar que no existe una sola identidad jalisciense, sino que hay diversas, pero también que las tradiciones musicales rebasan las fronteras políticas y físicas”, declaró.
jl/I