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Austericidio

Las tan autoproclamadas y autocelebradas honestidad y austeridad del gobierno federal en materia de salud son un lento suicidio institucional y una actitud criminal que sigue cobrando vidas. 

Los recortes al sector salud realizados en 2019, la desaparición de fideicomisos y fondos realizada en 2020, y el nulo aumento de la inversión para 2021 son la muestra fehaciente de que para la 4T la salud no es una prioridad. 

El desastre comenzó con los recortes. Siguió con la desaparición del cuestionado Seguro Popular para ser sustituido por algo peor llamado Insabi. Siguió con el fraude de las inexistentes nuevas posiciones para formar especialistas médicos. Continuó con el fiasco de los respiradores impulsados, financiados y presumidos por Conacyt. Se prolongó con la persecución de las compañías farmacéuticas nacionales, acusadas de irregularidades. Y se extendió a la vacunación contra Covid-19 con mentiras acerca de adquisiciones, desorganización para la aplicación y el uso clientelar electoral a favor del partido del presidente. 

El colmo del desastre es la adquisición consolidada de medicamentos y equipo médico con la participación de la UNOPS (agencia de la Organización de las Naciones Unidas) para todo el sector salud. El perjuicio más profundo será el desabasto de medicinas en el sector público y muy probablemente en el mercado nacional. 

Se sabe que participaron 171 empresas de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Francia, Alemania, Reino Unido y España, entre otros, pero 78 por ciento fueron farmacéuticas nacionales. El nivel de exigencia desincentivó a compañías de India, China y Bangladesh, que ofrecían fármacos baratos. 

Lo que significa que serán al final los mismos de siempre quienes abastecerán de medicamentos al sector salud, con la diferencia de una pérdida de tiempo valioso (seis meses) que afecta la disponibilidad oportuna de tratamientos. Hasta hoy no se ha firmado un solo contrato para la adquisición de medicamentos o equipo médico. Y aún faltan por resolverse la aprobación de la Cofepris para varios de los medicamentos ofrecidos y la distribución a todo el país, dos nuevos desastres anunciados. 

En el tema de la distribución, la inexperiencia de quienes están al frente de las instituciones de salud y la soberbia del actual gobierno federal provocaron un rompimiento con las empresas que tienen infraestructura y experiencia para repartir los medicamentos. Será ahora el sector salud el que deberá rascarse con sus propias uñas para resolver cómo hacer llegar a unidades, clínicas y hospitales los medicamentos y demás insumos. 

Así que si el gobierno federal decide no complicar más las cosas, será hasta después de medio año que el reparto de medicamentos comenzará. Mientras tanto, la gente está abandonada a su suerte. 

La incompetencia gubernamental ha provocado, entre otras cosas, el mayor desabasto de medicamentos en el sector público del que se tenga memoria. Y sus recortes presupuestales a rajatabla, bajo acusaciones sin pruebas de dispendio y corrupción, nos han llevado a una cara austeridad suicida y homicida. 

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jl/I