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Un problema de salud pública

Llegaron las vacunas a Jalisco y la gente ve con esperanza este proceso. Técnicamente las vacunas son estimuladores del sistema inmunológico que protegen de las enfermedades. Una de las formas es mediante un mensajero que contiene células que provocan la producción de anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2. 

Otra forma más es el adenovirus o vector que usa material genético del coronavirus que se mezcla con un virus inofensivo y es transportado al cuerpo humano y lo desactiva. 

Y finalmente están las vacunas de virus inactivo que se hacen con el SARS-CoV-2 pero al ingresar al cuerpo no causa la enfermedad, y estimula el sistema inmunológico para tener una mejor respuesta. 

Según el Grupo Técnico Asesor de Vacunación, el reparto de las vacunas se basa en la proporción de personas adultas mayores en cada municipio, y se priorizó a municipios más marginados; con la aplicación de vacunas que no requieran un almacenaje especial como la de AstraZeneca. 

Para las autoridades de salud, al vacunar a 20 por ciento de la población la mortalidad decrecerá 80 por ciento. 

En Jalisco se han aplicado 40 mil 502 dosis hasta el 24 de febrero al segmento de población de adultos mayores, que comprende a 999 mil 85. 

La gran preocupación es que una vez terminada la vacunación, el impacto en la salud y en la vida de las personas continuará por las múltiples secuelas que la pandemia está dejando en nuestro país. 

A un año del primer caso de Covid-19 en México, los sistemas de salud pública y privada enfrentan grandes retos. 

La realidad que observamos es que miles de personas están enfrentando diferentes secuelas derivadas de la infección por Covid-19 sin que exista presupuesto, infraestructura o un plan detallado para su atención de las autoridades federales y estatales. A esta realidad de las secuelas se le llama la pandemia paralela. 

Los médicos han explicado que las secuelas del coronavirus son más complicadas que la enfermedad misma. Algunas complicaciones en el sistema motriz, con parálisis en los pacientes forman parte de las secuelas que el coronavirus presenta y que pueden derivar en cirugías de columna vertebral o en la pérdida de movimiento en alguna extremidad. 

El elenco de las secuelas es muy amplio; va desde reducción de capacidad pulmonar, fatiga extensa o falta de concentración hasta afectaciones cardiacas, ceguera, problemas neurológicos, pérdida de la audición, coagulación extrema o fallas multiorgánicas. 

Con el paso del tiempo se irá observando que más de 50 por ciento de los pacientes que se recuperaron de la forma grave de esta enfermedad tendrán complicaciones crónicas relacionadas con el corazón, el cerebro u otro órgano como el páncreas o el estómago. De no tratarse, las secuelas del Covid 19 pueden provocar miles de muertes. 

Nuestro sistema de salud nacional y estatal no está preparado para atender estas complicaciones que supondrán un mayor aumento de la morbilidad en los próximos años, y que según estimaciones de especialistas, requerirá un presupuesto de más de 30 mil millones de pesos para atender mínimamente todas estas secuelas. El impacto de las secuelas no ha sido considerado en los planes ni el presupuesto sanitario del país a nivel federal ni estatal. 

La agenda de salud que presenten los candidatos en este periodo electoral deberá incorporar en su agenda de promesas las diferentes terapias de recuperación, las cuales deberán ser el eje de una estrategia de salud pública de largo aliento, que mejore los sistemas de detección de los padecimientos asociados a Covid-19 y eleve sustancialmente el presupuesto para atender a la población más vulnerable. 

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