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Siempre mintió
El abogado de Ovidio
Ruido es una película de 104 minutos dirigida por Natalia Beristáin que está basada en hechos reales y trata sobre la desaparición de mujeres en México.
Es un retrato de mujeres que se apoyan unas a otras. Que se escuchan entre ellas y se abrazan más allá del ruido. Es un grito de desesperación ante la situación que se vive en México. ¿Cuánto ruido tiene que hacer una madre para encontrar a su hija desaparecida?
El problema es que, en México, ni el más fuerte de los aullidos es suficiente. Así retrata esta situación la película protagonizada por Julieta Egurrola, que conmueve con su actuación, y nos quita la indiferencia ante este problema que se ha vuelto cotidiano. Es una película que destila rabia e indignación.
La directora teje un lienzo muy amplio, enfocándose en uno de los problemas más urgentes de México: la desaparición de personas. Forma parte de la trilogía de mujeres directoras de cine que se han preocupado por este tema, como Sin señas particulares, 2020, de Fernanda Valadez, y La civil, 2021, de la rumana Teodora Mihai.
Natalia Beristáin ha dirigido anteriormente Nosotras y Los adioses. En Ruido también trabajó el guion junto a Diego Enrique Osorno y Alo Valenzuela Escobedo. La fotografía es un muy buen trabajo de Dariela Ludlow, mientras que la música es obra de Pablo Chemor. Woo Films y Agencia Bengala oficiaron de productoras.
La narrativa fílmica se basa en el documental y la ficción para reforzar la veracidad del relato. La historia se centra en Julia, quien es una artista plástica, con la actuación de Julieta Egurrola, madre de la directora, cuya hija Gertrudis o Ger, actuada por Nicolasa Ortiz Monasterio, lleva nueve meses desaparecida.
La trama se articula a partir de los nulos avances en la investigación y el hartazgo de Julia por la ineficacia de las autoridades. Recibe la ayuda de la periodista Abril Escobedo (Teresa Ruiz) con el fin de encontrar indicios verdaderos para encontrar a su hija.
De la desesperanza y la victimización, la protagonista pasa a la sensación constante de amenaza y de terror en la medida en que se va involucrando con la policía y otras madres buscadoras. Al conocer Julia una auténtica organización de buscadoras de desaparecidos, la Asociación Voz y Dignidad por los Nuestros, le proporciona, al tratarse de personajes no ficticios, una gran emotividad.
La escena en la que Julia es convencida a bailar con esas madres de desaparecidos, en un arranque de emotividad, es el momento en el que el filme rompe la tensión constante.
Dos secuencias brutales subrayan el tono derrotista de Ruido. En la primera, la protagonista se interna en un tráiler cargado de cadáveres femeninos en descomposición, víctimas del crimen organizado. En un gesto imposible de dignidad, Julia cubre el brazo desnudo de una de las víctimas.
La segunda secuencia es aún más terrible El autobús de pasajeros en el que viajan Julia y Abril es detenido a media carretera por un grupo armado no identificado. Al revisar identificaciones, un individuo toma a la periodista y la baja a la fuerza del vehículo ante la impotencia de los demás pasajeros y la propia Julia, que no hace nada. La periodista, hija y mamá a su vez, se suma a la interminable lista de desaparecidos.
Vivimos en un país que produce series y películas de narcotráfico e inseguridad con mucha frecuencia, haciendo héroes a los narcotraficantes, y no se habla de la descomposición del tejido social, del abandono a los familiares de las víctimas y de la revictimización de ellas.
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jl/I