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Acciones urgentes

El 28 de febrero se regresó a clases presenciales obligatorias, dejando en el pasado las clases virtuales. Sólo niños o jóvenes que presenten algún riesgo en la salud podrán permanecer en casa con trabajo autogestivo. Los trastornos de salud que aumentan el riesgo por Covid-19 son cáncer, enfermedades renales, pulmonares crónicas, diabetes, enfermedades hepáticas, síndrome de Down, trastornos cardiacos, infección por VIH o un estado inmunodeprimido, obesidad, pacientes trasplantados, e incluso el abuso de sustancias tóxicas como tabaco, alcohol o drogas. 

La cuarta ola va a la baja según estadísticas oficiales, habiendo rebasado los 5.5 millones de casos y las 320 mil defunciones. Bajo este panorama, el protocolo de salud se reduce a que si algún alumno se enferma de Covid deberá ir a confinamiento a casa y regresar dos semanas después a clases con su prueba negativa, como ocurre con otras enfermedades, como sarampión, rubéola, parotiditis e influenza. 

La vacunación a menores sigue sin ser contemplada, aunque ya se analiza la posibilidad para los mayores de 5 años. De aquí la importancia de que todo adulto vulnerable asista a recibir la vacuna y presionar para que nuestros hijos y alumnos inicien el proceso. 

Se calcula que las secuelas en 30 por ciento de quienes fueron infectados y sobrevivieron generarán en los siguientes años enfermedades respiratorias, cardiacas y renales, además de graves problemas a la salud mental y emocional por la pérdida de los seres cercanos. Ya se muestran síntomas crónicos de cansancio, dificultad al respirar, tos y dolor de pecho, disturbios estomacales frecuentes, insomnio, alteraciones al gusto y el olfato, ansiedad, depresión. 

Una de las grandes secuelas que enfrentará el sistema educativo entre alumnos infectados es la falta de sensibilidad a la socialización, la afectación a funciones cognitivas como la concentración y la memoria, así como estrés postraumático por el encierro. El rezago educativo incrementará en no menos de tres años ante las pruebas para la evaluación educativa. Más de 600 mil estudiantes interrumpieron sus estudios y la mayoría de los que continuaron deberán enfrentar la deficiencia de su aprendizaje debido a la carencia de medios tecnológicos o de compromiso a la enseñanza de algunos maestros. 

Hemos insistido en que el gobierno debe destinar recursos económicos al uso de tecnología, recursos humanos en capacitación continua y poner énfasis en habilidades, competencias, destrezas y conocimientos que serán útiles en la vida de la generación de estudiantes covidianos de los diferentes niveles académicos. 

El caos vial causado por el regreso presencial de millones de estudiantes no tiene comparación con el caos áulico al que enfrentan ahora los maestros que buscarán recuperar el aprendizaje de sus alumnos y, peor aún, alcanzar a quienes se adelantaron en la brecha educativa por tener los medios para avanzar en sus tareas. Una nueva misión tiene la Secretaría de Educación y es la rehabilitación urgente del sistema educativo. 

jl/I