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Sin dinero 

El conflicto entre Rusia y Ucrania no se ve con un final pronto. Muchos han escrito que la idea del presidente ruso era que la invasión sería rápida y que en pocos días tendría el control de Kiev, capital de Ucrania. El gobierno del presidente actor ucraniano estaría huido o deshecho y las tropas rusas habrían tomado el país sin resistencia. 

Putin podría imponer un gobierno títere que permitiría mantener la imagen de que Ucrania seguiría siendo independiente, aunque en realidad estaría bajo control ruso. Las tropas de Putin podrían retirarse alegando que no son invasoras, sino garantes de paz. 

Así, ya no habría muchos motivos para seguir apretando a Rusia con mayores sanciones económicas; la dependencia del gas y del petróleo rusos provocarían que occidente se limitara a desviar la mirada y a fingir que nada pasó. 

El conflicto habría de quedar en el olvido y no habría ninguna crisis de refugiados ni ciudades arrasadas. El gobierno de Zelenski terminaría olvidado. La “operación militar especial” de Putin habría terminado en días y sin consecuencias graves. 

La realidad no ha sido así. La oposición del Ejército ucraniano, la lucha de los civiles armados y el sorpresivo liderazgo del presidente de Ucrania han sorprendido a muchos. El Ejército ruso luce estancado, sin fuerza y sin la posibilidad de tomar el control, quedándole solamente la alternativa de destruir con misiles ciudades completas. 

El sueño de un dominio pacífico, breve y a bajo costo se ha evaporado. Ahora queda la pesadilla de una ocupación violenta, larga y carísima para la economía rusa. 

Los costos se apilan para la economía rusa y el apretón económico, sumado a una humillación militar en Ucrania, complican la supervivencia de Putin. 

Este complicado escenario provoca que los mercados energéticos estén alterados y que los precios del petróleo y del gas se mantengan altos. Si mañana se acaba el conflicto, seguramente los mercados se irían arreglando. 

Pero como nadie espera que eso pase; los precios alterados de los energéticos significan precios muy altos para sus derivados, entre ellos la gasolina. 

Y ahí es donde golpea el bolsillo de los mexicanos. Ya que no solo quienes conducimos un auto pagamos ahora más por el combustible, sino que todo aquello que se mueve con vehículos a motor tendrá costos de producción más altos y la inflación seguirá creciendo. 

El presidente se ha comprometido con no permitir que la gasolina suba de precio, pero eso significa dejar en los huesos a las arcas públicas, ya que no bastará con dejar de cobrar los 5 pesos del IEPS por litro, sino que será necesario meterle dinero para que los precios no suban. 

Cada día que pasa le cuesta dinero al gobierno federal y cada día que pasa se seca más el presupuesto público. Si el conflicto se expande por meses, el gobierno del presidente López Obrador no podrá terminar fiscalmente el año sin tener que recurrir a más deuda. 

Nos quedamos rápidamente sin dinero en México. 

*Economista, profesor en la UP en Guadalajara

Twitter: @Israel_Macias

jl/I