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¿Y la furia de la gente?

El anuncio se hizo dos días después de Navidad en 2016: a partir del 1 de enero de 2017 el precio de los combustibles subiría en México hasta 20 por ciento. El presidente Peña Nieto declaraba a la prensa que “comprendía el enojo de la población”, pero de no haberse tomado tales medidas “las consecuencias habrían sido mucho más graves”. 

El presidente se refería a que el gobierno federal se había visto forzado a eliminar los subsidios a los precios de las gasolinas, ya que el presupuesto público se estaba quedando sin dinero. 

En lugar de comprender que seguir pagando los mismos precios de las gasolinas significaba sacrificar dinero para otros fines más urgentes, la población estalló en su enojo y comenzó una racha de manifestaciones, protestas y saqueos. 

Gritar en contra del gasolinazo se hizo común y bandera de protesta de la oposición al PRI. Muchos dicen que con esa medida se le daba el tiro de gracia al candidato del PRI. Fuera quien fuera, sería imposible que contara con el apoyo popular alguien que habría colaborado con el gobierno que impulsó el “gasolinazo”. 

Por supuesto, el gran beneficiario fue el principal candidato opositor, Andrés Manuel López Obrador, quien no se cansaba de tomarse fotografías en estaciones de servicio y denunciar en sus redes sociales del “abuso que se hacía del pueblo” al subir los precios de los combustibles. 

Incluso en campaña llegó a la locura de prometer que tan pronto fuera presidente, eliminaría todos los impuestos especiales (IEPS) de la gasolina y así sería más barata. 

Seguramente conocerá el tuit de la hoy secretaria general de Morena, la senadora Citlalli Hernández, que afirmaba que “si hoy Morena estuviera en la Presidencia, el litro de gasolina costaría 10 pesos”. Bueno, pues no es lo mismo ser borracho que cantinero, y una vez en el poder se dan cuenta de que eso de “bajar el precio de la gasolina” es una promesa imposible de lograr, a menos de que estés dispuesto de dejar en bancarrota al gobierno federal. 

Por supuesto, los impuestos no los eliminaron y el precio siguió igual que antes. 

Lo interesante es que ahora, en medio de una peor oleada inflacionaria que la de 2017 y que provocó tantas marchas, protestas y saqueos de parte de la iracunda población no se vea ni una sola protesta en las calles. Hoy, en medio de la inflación más elevada de los últimos 22 años nadie se manifiesta. 

Y eso que ahora el grueso de la inflación que vive el país se concentra en algo todavía mucho más importante que la gasolina: en la comida. 

Prácticamente podemos decir que la inflación mexicana de este 2022 es una inflación en los alimentos. 

Pues ahora que estamos mucho peor no hay ni un alma gritando en las calles su furia por los incrementos en precios. 

Esto me deja con la sospecha: ¿qué tanto son naturales los movimientos de protesta en el país y qué tanto son azuzados, promovidos y financiados por los mismos grupos políticos de interés? 

Casualidad que hoy que Morena está en el poder no haya protestas por ningún lado ni toma de carreteras ni incendio de gasolinerías. 

O soy muy mal pensado y todo ha sido una tremenda casualidad. 

*Economista, profesor en la UP en Guadalajara

Twitter: @Israel_Macias

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