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¿Vida privada?

Sobre la marcha realizada este domingo 26 de febrero a favor del INE, quiero mencionar que las redes sociales se llenaron de mensajes de odio hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador y su movimiento político, y viceversa.

Los ataques, muchos, se enfocaron en cuestiones personales, que sólo mostraron el clasismo y racismo de la sociedad.

Con lo anterior no quiero decir que la crítica al oficialismo no esté bien, pero debe ser una crítica pensada y respetuosa de las diferencias, pero sobre todo tiene que mantenerse al margen de la vida privada.

El derecho a la privacidad se convirtió en un tema debate a partir del artículo de Samuel D. Warren y Louis Brandeis publicado en 1880, en Estados Unidos, en el cual se buscaba limitar la intromisión de la prensa en la vida privada, pues las notas de los periódicos, voceadas, exponían aspectos que no tenían que ver con el interés público, pero sí con el morbo.

Entonces ya se debatía sobre la vida privada de los políticos. El derecho a la privacidad es inalienable para todo ser humano, entre ellos, los políticos; el tema aquí es la frontera de derechos: la vida privada y el interés público.

El jurista Ernesto Garzón Valdés es claro cuando señala que lo privado tiene su frontera en lo público cuando entran en juego el interés de la mayoría y el bien del colectivo.

Por ejemplo, el Código Civil del Estado de Jalisco en su artículo 28 señala que todos los jaliscienses, incluidos los funcionarios, tienen derecho a que se respete su vida privada y familiar, y esta misma norma también establece sanciones para quienes con dolo violen la privacidad. Por ejemplo, el artículo 1394 precisa que una vez después de la sentencia, cuando el daño se hizo por medios de comunicación se deberá publicar un extracto de la resolución en los mismos medios, además, claro, del pago de la sentencia.

Hay temas de la vida privada que son públicos por sus consecuencias en el colectivo, como la salud de los mandatarios, incluidas adicciones, como el alcoholismo, o cuando existe nepotismo, es decir, cuando una persona aprovecha su posición dentro de un ente público para emplear a un amigo o familiar solo por este lazo. Estos sí es un factor que detona corrupción.

Pero burlarse de las personas por cuestiones físicas como el color de piel son violaciones a la dignidad de los individuos.

Y es que el tema de esta marcha se enfocó en el odio.

La agencia de noticias estadounidense AP señaló que “los manifestantes parecían algo más ricos que los de la manifestación promedio”. Es decir que la clase media salió a las calles. Un punto a recordar es que la clase media es la impulsora del INE.

Pero la discusión de fondo sobre el plan B del presidente Andrés Manuel López Obrador se queda sólo en las agresiones de un sector a otro, donde no hay debate, sólo señalamientos a cuestiones personales e incluso privadas, lo que impide que en las redes sociales la discusión lleve a la reflexión sobre el plan B o sobre lo valioso o no de esta marcha.

Sin duda hace falta mejorar la calidad del debate público para que todas y todos conozcamos realmente las posturas y las diferencias entre quienes están a favor de la reforma electoral y quienes rechazan la propuesta.

Y evitar las descalificaciones personales, que sólo generan mensajes de odio y nulo entendiendo de ambas partes. Ojalá que cuando participemos en las redes sociales lo hagamos con responsabilidad.

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jl/I