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Crece venta de empanadas en la ZMG

(Foto: Archivo)

Mientras en el transcurso del año estas deliciosas piezas de pan pasan casi desapercibidas, su mejor y mayor escaparate ocurre justo en esta temporada. Semana Santa, en especial jueves y viernes, la producción y venta de las empanadas, aumenta hasta en 100 por ciento, según explica Javier Orozco, propietario de Panadería Vero, que por generaciones, ha sido un ícono en la venta y preparación de esta pieza de pan dulce.

La tradición así lo marca, y todo deriva de la costumbre eclesiástica de la visita a los siete templos. El correr de la gente que acude a las visitas, permitió a los productores de pan seguir con una centenaria tradición: salir del templo y comprar empanadas. Hoy, la venta masiva de las mismas es un generador de economía, pues la distribución puede superar para Panadería Vero hasta 24 mil empanadas en tres días.

De piña, leche, fresa, guayaba o coco, las empanadas son una delicia culinaria cuyo proceso, las convierte en una obra artesanal. Desde preparar la masa, estirarla, rellenar y sellar, todo a mano del maestro panadero, la odisea y su fabricación es un arte poco valorado, para los siete pesos en los que se vente una pieza cuyo proceso puede de producción puede ir hasta los 30 minutos.

Así se hacen

Javier es panadero por tradición y por legado generacional. Son ya 50 años de la panadería que hoy dirige, y la cual, se ha distinguido no sólo por la gran cantidad de empandas que en esta temporada produce, sino por el sabor y el método de preparación tradicional que sigue conservando en sus hornos de piedra.

El proceso inicia desde la preparación de la masa, hecha a base de harina, manteca vegetal, agua y azúcar, así como el "toque secreto", de la casa.

Una vez que la masa está hecha, se corta en pedazos pequeños previamente pesados; esto dará la medida exacta a la pieza final. Posteriormente, sobre una mesa de madera, el panadero extiende o estira la masa en forma ovalada con un pequeño rodillo de madera, y una vez que tomó esta forma, se le añade el relleno, para después, con la mano, sellarla y hacer con un movimiento de dedo los espirales que circundan a la pieza de pan.

El método en Panadería Vero sigue siendo el mismo de hace medio siglo. Un horno de material, con ladrillo, es calentado a punto para introducir en él las charolas y empezar con el proceso de cocción: entre 15 a 20 minutos. "Hacerlas en este horno les da un sabor muy diferente, no como las que se hornean en hornos de lámina, o pizzeros", explica Javier.

Una vez que se han horneado, antes de que se enfríe a pieza, se espolvorea el azúcar, así, se integra a la perfección a la superficie.

Está lista para comerse, y los sabores son tan amplios como la imaginación lo permita. La más socorrida, sin duda, la de leche y fresa.

"Aquí hacemos de piña, fresa, camote, leche y coco, que son las que nos piden más. Se pueden hacer de varios sabores, pero vamos conforme a la demanda de la clientela", asegura Javier.

Venta masiva

Javier se prepara días previos a los "Días Santos", porque sabe que la producción estará a tope. "En estos días se incrementa yo creo que un 100 por ciento. Por ejemplo, si un día normal hacemos 100, estos tres días (jueves viernes y sábado) hacemos mil", explica Javier.

La gran demanda para Javier es justo en los templos, en puestos a las afueras de las iglesias. Atiende alrededor de cinco puntos, y su producción en los tres días puede ser de hasta 24 mil empanadas por día, lo que obliga a una producción acelerada, pero no por ello, de menos calidad.

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