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Fuego en La Primavera, humo, salud y política

Los vientos. Por su ubicación, el humo de cualquier incendio La Primavera irá hacia la zona conurbada. (Foto: Alfonso Hernández)

La Primavera es el área natural protegida de Jalisco que más recursos públicos recibe: el presupuesto para 2019 rebasa los 29 millones de pesos. Por ubicarse a la puerta de Guadalajara, cada problema es atendido de forma preferente: el despliegue en incendios, por ejemplo. Hace una semana movilizó a 615 oficiales perfectamente equipados, 132 automotores y siete aeronaves. Pero no sucede lo mismo con siniestros en la barranca del río Santiago, el Cerro Viejo o el bosque El Nixticuil-El Diente-San Esteban.

Para el enlace de incendios de la delegación Jalisco de la Comisión Nacional Forestal, Víctor Rascón Pérez, el tema es simple: “Cuando los incendios son en La Primavera, el humo se va a la población, a la gran ciudad; es una cantidad muy grande de emisiones de humo y de cenizas, creo que eso hace más fuerte la presión de la opinión pública para dar prioridad atenderlos, pero no debemos dejar de lado que el bosque La Primavera es un suelo que apenas está en proceso de formación, un suelo volcánico y la capa de suelo no llega todavía ni a  cinco centímetros, puros jales y arenas, entonces es otro factor que justifica que se le dé preferencia”.

En contraste, pueden pasar problemas en los otros bosques periféricos a la ciudad, pero “sus emisiones no van hacia la zona urbana. Los vientos dominantes de la región son del suroeste al noroeste,  entonces por la posición de La Primavera, en cualquier parte que se queme, la corriente principal de viento, y por ende del humo, irán hacia la zona conurbada; mientras el Nixticuil, si los vientos van a esa misma dirección, pues el humo se va a la barranca, no pasa prácticamente por ninguna zona de población importante, sino a una orilla de la parte de Zapopan. En el caso del Cerro Viejo, ese humo no va a llegar nunca a la zona urbana”.

NTR – Digamos que el humo es factor para detonar efectos políticos.

Víctor Rascón Pérez (VRP) – Sí, de efectos políticos; pero no olvidemos que respirar humo ocasiona daños a la salud, porque la columna de humo lleva mucha ceniza. Por ahí mucha gente estaba hablando de que estaban cayendo hojas quemadas en el Centro de la ciudad, y así otros materiales que se queman; hay problemas fuertes para las vías respiratorias.

NTR – La crítica es que los ciudadanos del área metropolitana sólo se acuerdan de que hay bosque si éste tiene fuego.

VRP – Sí, pero es normal; debemos aprovechar para que se dé prioridad a proteger ese bosque y que se pueda recuperar más rápido del fuego, que haya renuevos que se establezcan de manera natural, porque cada vez que se quema la capa de una parte muy importante del suelo que se está formando, se pierde.

Rascón Pérez reconoce que es la periferia la que ocasiona una enorme presión al área natural protegida. Bancos de materiales, zanjas rellenadas con escombro, barrancas, tiraderos ilegales, invasiones de asentamientos irregulares en los ejidos, ocupación “legal” en zonas residenciales, tierras productivas agrícolas. En todas partes coincide un uso imprudente del fuego.

“El fuego crece de una manera muy explosiva,  porque agarra cuesta arriba, y lo que pedimos, primero que nada, es que la gente no haga fuego en el bosque, sobre todo en temporada seca, de noviembre a junio, porque hay mucha acumulación de hoja, porque es sobre todo un bosque de encino, que son caducifolios, y de pino que aunque no se quedan sin hojas las renuevan, además de pastizales altamente inflamables (…) ese encino de hoja grande es un material combustible muy sensible”, subraya Rascón Pérez.

El funcionario, cuya experiencia en combate de incendios arranca en 1984, pide poner atención a los ciclos que registra el bosque La Primavera.

“Si nos ponemos a analizar las estadísticas de años atrás, por ejemplo, cuando fue el incendio de 2012, en que se quemaron más de 8 mil hectáreas, hacía 76 años que no se registraban temperaturas tan altas. En 2017, cuando se quemó la zona de Pinar de la Venta, y afuera, el Tepopote, hacía 56 años que no se presentaban unas corrientes de viento tan fuertes. Pero hay ciclos más cortos, de tres a cinco años, y de cinco a siete; son ciclos de temperaturas y de corrientes de viento menos drásticos, y luego hay ciclos que son de siete a 10 o 12 años, cuando hay picos de lluvias fuertes o de sequía, y cada 25 años aproximadamente, se dan sequías o lluvias más extremas, mientras los ciclos más grandes registrados son de alrededor de 100 años. Todo tiene que ver con temperaturas, con humedad, con vientos, con lluvia o sequía, y ante esos factores se adapta, se ha adaptado siempre, el bosque”.

Por ejemplo, “hace como un siglo, un poco más, hubo unas tormentas muy fuertes aquí en la región, con muchos deslaves; se incomunicaban las poblaciones, claro que eran más chicas, y tampoco había muchos medios de comunicación, no tenían el mismo efecto político que los desastres ahora…”.

De este modo, la sobreatención al bosque La Primavera quizás implica un defecto de óptica en cuanto a los daños generales que padece la naturaleza, pero bien analizado, no lo es tanto. En la estadística desde 1995 hasta 2015, uno de cada seis incendios se da en el área de 30 mil 500 hectáreas y sus alrededores, contra 4.1 millones de ha forestales de Jalisco. El efecto del fuego puede ser más nocivo por los suelos delgados, y el impacto en salud pública es mayor.

Tampoco se trata de cultivar el pesimismo, advierte: “por lo general, La Primavera es muy resiliente, y responde bien tras un incendio. Hay que mejorar su protección, pero aclararle a la gente que en más de 95 por ciento de las zonas por donde pasa el fuego, la vida nuevamente se abre paso sola”.

 


Rubén Aguayo es hijo de campesino, y dice tener conocimiento del fuego desde que tiene uso de razón.

Contra el fuego en las tierras de El Nayar

El fuego del pasado 12 y 13 de abril en el bosque La Primavera llevó a un despliegue de recursos que solamente las zonas de esa relevancia política, tienen. Los estados de Nayarit, Zacatecas y Colima se sumaron con brigadas sostenidas por la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Es por eso que el nayarita Rubén Aguayo Carrillo llegó con sus dos vehículos a contribuir para apagar el fuego que se expandió en el sureste del área natural protegida.

“Nosotros trabajamos en Tepic, que es una región con mucha actividad agrícola. Tengo 25 años en este oficio; es un trabajo en el que hay que estar atentos a todo, hay mucho por cuidar, animales, plantas, pero además, el riesgo para uno es grande, porque el fuego te puede atrapar. Hace dos años en el cerro de San Juan, muy cerca de Tepic, enfrentamos un incendio muy peligroso; yo iba adelante, al frente de la brigada, nos cambió mucho el viento y me cayó el fuego más que nada a mí, pero gracias a Dios alcancé a librarla”, refiere.

El bombero forestal usó su experiencia para salir adelante: “Tiré lumbre, un contrafuego, y pude detener el fuego que se venía; son cosas que te da la experiencia, porque hay que saber responder a situación que siempre pueden cambiar”.

El cerro San Juan, ubicado junto a la capital nayarita, “es muy accidentado, tiene mucha piedra, la topografía, pues, influye mucho, pero también el tipo de combustible; tenemos mucho pino, pastizales (…) como en todas partes, esto del fuego casi siempre se debe a la mano del hombre, desde los agricultores hasta los paseantes, que prenden su fogata y no tienen la conciencia de apagarla bien, las brasas y se las lleva un viento fuerte al mediodía, y ahí empieza el problema. O se dan quemas de cañaverales, y pasa lo mismo, no hay control y el fuego se les va”.

Rubén Aguayo Carrillo estaba ya sensibilizado para dedicarse al combate de incendios. “Me gusta el monte, soy hijo de campesino, y tengo conocimiento desde que tengo uso de razón de estas cosas; pero, además, me he podido seguir capacitando todo el tiempo, cada año tenemos cursos, aquí en Jalisco, en Ciudad Guzmán, o en Tepic, y siempre uno está listo para lo que se presente”.

Los momentos más difíciles para un grupo de combatientes tienen que ver con accidentes e incluso muerte de compañeros, durante un combate de fuego que se complica. El recuerdo de Rubén se remonta a 1991, “yo tenía dos años de experiencia, nos arropó la lumbre, y el compañero estaba a cargo de la camioneta, la estaba operando; le dio para atrás para evitar el fuego, y como estaba resbaloso el jal, el vehículo rodo 100 metros, allí se desbarrancó”.

El escenario fue la misma gran montaña, el cerro de San Juan. Nunca conoces bien a la montaña, y nunca estás plenamente seguro al hacer frente al fuego.

Riesgo creciente

El bosque La Primavera padecerá de forma más acusada que otras áreas forestales del país los efectos del cambio climático, pues al estar sometido a una presión urbana incomparable en relación con otras áreas naturales protegidas, aunado a más calor y menos humedad, los efectos podrían ser desmedidos si no se apuesta por la adaptación a este fenómeno

Fuente: Cambio climático y predicción de incendios al 2050 en el bosque La Primavera, Jalisco. Elaborado por José Luis Ibarra Montoya y Francisco Martín Huerta Martínez, del Departamento de Ecología del CUCBA-UdeG

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