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La naturaleza de Alexander Von Humboldt

(Foto: Especial)

Tras cinco años de viaje por América del Sur, Centroamérica y México, Alexander von Humboldt (Berlín, 1769) regresó a París en 1804. En la capital francesa le esperaba una entusiasmada y cautivada multitud de unas 10 mil personas, entre las que se encontraba el entonces joven Simón Bolívar, quien quedó fascinado por las maravillas que contaba el explorador de Latinoamérica. 

Venezuela, México, Perú, Colombia, Ecuador y Cuba fueron algunos de los países que atravesó, junto al naturalista y botánico francés Aimé Bonpland, recorriendo 10 mil kilómetros en tres etapas continentales. Y lo hizo mirando la naturaleza de esos parajes con un rigor científico inusual para la época, con observaciones, mediciones y cálculos novedosos de lo que vio en los Andes, los ríos Negro y Orinoco, el volcán Chimborazo o el Cayambe, que él mismo ascendió. 

“Esa manera de mirar la ejerció en regiones muy diversas, lo que le permitió hacer comparaciones y encontrar patrones comunes. Cabe recordar que en aquella época medir variables tan básicas como latitud, longitud y altitud no era nada fácil”, explicó a Sinc Juli G. Pausas, del Centro de Investigaciones sobre Desertificación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). 

Durante su estancia en Perú, por ejemplo, el naturalista advirtió que la temperatura del océano Pacífico variaba en determinadas épocas del año, sobre todo las aguas más frías procedentes del sur hacia el norte del continente. Esa corriente oceánica terminó llamándose corriente de Humboldt. 

En las décadas siguientes a su regreso, los científicos publicaron los datos que recogieron sobre el clima, los recursos naturales, la orografía, la flora y la fauna de esas regiones y los recopilaron en 30 volúmenes llamados Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. 

Aunque muchos señalan el inicio de su periplo americano en La Coruña, a bordo de la corbeta española Pizarro, Humboldt y Bonpland partieron en realidad de París el 20 de octubre de 1798. Llegaron a Barcelona en diciembre de ese año y bordearon a pie la costa mediterránea hasta Valencia. 

El 5 de junio de 1799 zarparon desde Galicia, tras su paso por Madrid, rumbo a las islas Canarias, primera parada antes de alcanzar Cumaná, en Venezuela. Fue el interludio entre el viejo y el nuevo mundo. En el archipiélago español permanecieron sólo seis días –del 19 al 25 de junio de 1799–, pero recopilaron ingente cantidad de información sobre flora, fauna y vulcanismo; 220 años más tarde, las Canarias recuerdan aún lo que aportó Humboldt, que siempre había soñado con pisar Tenerife.

Fuera de Europa 

Antes de su llegada a esa isla, poco es sabido que el explorador prusiano permaneció unas horas en el islote de La Graciosa, frente a Lanzarote. Aunque apenas le dio tiempo a recolectar y detectar algunas plantas, peces y moluscos, y en reparar en ciertos minerales, esta parada fue importante: supuso pisar suelo fuera del continente europeo por primera vez. Allí se enfrentaba a especies extrañas y a rocas y paisajes novedosos. 

“El desembarco en La Graciosa fue, de hecho, el primer contacto con un mundo ajeno al europeo, con lo desconocido, y el primer paso de un viaje de cinco años que comenzaba, sin pretenderlo, en una isla deshabitada junto a Lanzarote”, relató Alberto Relancio, coordinador de Didáctica y Divulgación de la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia en Tenerife. 

En este territorio tan alejado de Europa, Humboldt y Bonpland se encontraron con un paisaje físico y humano subtropical. Las estampas que admiraban de la naturaleza eran inéditas para ellos, y Humboldt destacó en especial la variedad y armonía de la vegetación del norte de Tenerife, que según sus diarios, recordaría como algo excepcional.

Nunca visto 

Humboldt, que había soñado con llegar a otros continentes tras sus primeros viajes a Holanda e Inglaterra, se enfocó durante sus expediciones científicas en medir variables ambientales como altitud, presión, temperatura, radiación y color del cielo y relacionarlas con las especies y comunidades. “Así descubrió los gradientes altitudinales y latitudinales”, indicó Pausas. 

En Tenerife pudo constatar esas variables en la vegetación, uno de los aspectos que más le atrajeron de la isla. Es allí donde surgió la primera idea de una teoría sobre los pisos de vegetación, como fundamento de la geobotánica: las diferentes plantas que cohabitan en una zona determinada en función de la altitud y las variables correlacionadas: temperatura, horas de luz solar o presión atmosférica, frente a las especies de una zona superior o inferior. 

“Esta clasificación de zonas de geografía botánica en Tenerife fue rectificada luego por su amigo Leopold von Buch (basándose en Christen Smith), luego por Sabino Berthelot y, más tarde, por otros naturalistas, pero el fundamento teórico-práctico está en Humboldt”, afirmó Relancio.

Viajes 

La visión de Humboldt estaba centrada en cómo los parámetros ambientales determinan las especies y comunidades vegetales. “Hoy sabemos que el ambiente determina muchos procesos ecológicos, pero también que las características ambientales no lo explican todo. Gran parte de la diversidad de nuestros ecosistemas se explica por las relaciones de interacción entre especies o por los regímenes de perturbación, como incendios”, apuntó el investigador del centro del CSIC. 

En Tenerife, el geógrafo también realizó una de las primeras aproximaciones a Las Cañadas, la gigantesca caldera de unos 17 kilómetros de diámetro sobre la que se asienta el Pico del Teide, de 3 mil 718 metros, el tercer volcán más alto del mundo desde su base en el lecho oceánico (unos 7 mil 500 metros). Humboldt ascendió el que sería su primer volcán activo, del que quedó prendido por su majestuosidad a su llegada a Santa Cruz. 

En su ascenso, él mismo se convirtió en un instrumento de medición con sus constataciones. 

El explorador estudió los fenómenos volcánicos en la conformación de la corteza terrestre. Antes de llegar a Canarias, Humboldt atribuía un origen marino a la formación de la corteza terrestre (teoría del neptunismo), pero empezó a cambiar de opinión en Tenerife: la corteza terrestre se formaría por la acción del fuego, en este caso el efecto de los volcanes (plutonismo). 

Los datos recogidos los comparó con los otros volcanes que ascendió en América, como Chimborazo –que con una altitud de 6 mil 263 metros es el punto más alejado del centro de la Tierra–, Cayambe, Pichincha y Cotopaxi, todos en Ecuador, y en México, Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Nauhcampatépetl, Pico de Orizaba y Jorullo. 

Las montañas se convirtieron en una prioridad a lo largo de todo su itinerario, “de ahí la revisión de las mediciones sobre la altura del Teide que se habían hecho hasta entonces, y su veredicto de que la primera medida exacta fuera la del caballero Borda, tal y como hoy se considera”, dijo Relancio. 

Dada la importancia de las montañas en las expediciones de Humboldt y en su legado científico, la revista Science publicó un especial por el 250 aniversario del nacimiento del naturalista alemán. Los artículos analizan cómo las ideas del explorador, que entrelazaba inextricablemente naturaleza y humanidad, podrían ayudar a las sociedades a afrontar mejor los desafíos sociales y ambientales del llamado Antropoceno.

Fuera de serie 

Von Humboldt fue geógrafo, humanista, naturalista, astrónomo y geólogo, y dio origen a una nueva ciencia: la ecología

“Muchos naturalistas, ecólogos y biogeógrafos clásicos se inspiraron directa o indirectamente en los trabajos de Humboldt. El movimiento ecologista también se fijó en los comentarios de Humboldt sobre el papel de la humanidad en la naturaleza” 

Juli G. Pausas, centro de Investigaciones sobre Desertificación 

 

“La importancia de Humboldt fue, entre otras cosas, la de un descubridor, un crítico del colonialismo y de la esclavitud, un científico romántico que abogaba por la importancia estética del paisaje, por la de las emociones en relación con la naturaleza y por la pasión en la tarea del filósofo natural” 

Alberto Relancio, fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia 

 

“El pico sólo nos resultó visible durante algunos minutos, cuando estábamos ya ante el muelle de Santa Cruz. Pero esos pocos minutos me procuraron una visión grandiosa y sobrecogedora (...) La mañana era gris y húmeda (...) cuando de repente el manto de nubes se desgarró; a través de la abertura apareció el cielo de un azul adorable. Y en medio de ese azul, como si no formara parte de la tierra, como si se abriera la perspectiva hacia un mundo extraño (...), se nos apareció el Teide en toda su majestad” 

Alexander von Humboldt 

 

10 mil kilómetros recorrió el naturalista en tres etapas continentales

Países 

Venezuela 

  • México 
  • Perú 
  • Colombia 
  • Ecuador 
  • Cuba 

 

Festejo 

Nació el 14 de septiembre de 1769

da/i