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En la desnudez del ensayo 

Personal. La joven autora admite que se inclina por el ensayo ya que sus textos son muy personales, en busca de responder sus propias preguntas. (Foto: Grisel Pajarito)

Este año, Gabriela Muñoz, escritora nacida en Los Mochis, Sinaloa, pero adoptada tapatía, forma parte de los becados de la Fundación para las Letras Mexicanas, una de las más prestigiosas instituciones nacionales para la formación de escritores.  

Ahí estará en la categoría de ensayo. Escribe sobre todo ensayo personal, un género todavía poco valorado en el mundo de la literatura, pero en el que ella encuentra un espacio de libertad creativa para reflexionar sobre sí misma y, con suerte, sobre el otro. 

NTR. ¿Cómo comenzó tu interés en la literatura? 

Gabriela Muñoz (GM). Mi casa no fue nunca un hogar lector, la verdad. Me acerqué a la literatura en la primaria, como buena muchachita de mi generación fue con Harry Potter, nos llevaron a la escuela unos folletos donde leían libros por correspondencia, y me gustó la historia, le pedí a mis papás que me lo compraran y dijeron que sí. Era muy lenta para, leer pero comencé a leerlo con mucha emoción, supongo que me gustó la idea de que nadie supiera qué estaba pasando en mi libro, seguí pidiendo la saga de Harry Potter, entonces solo habían salido tres tomos en español, los demás me los leí en inglés porque no me podía esperar. 

NTR. ¿Ese fue tu impulso para escribir? 

GM. Ahí leer era sólo un hobbie, pero luego me encontré con Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, ahora me da un poco de pena, pero en mi casa no había muchos libros y yo no sabía ni quién era García Márquez ni lo que significaba el libro en la literatura latinoamericana, me dejé guiar por el título porque sonaba emo (risas). Me lo regalaron para navidad, fue una de las tareas más difíciles de mi vida y me dio una sensación de logro terminarlo. Quería escribir así, como ese señor, desde ahí comenzó el plan: quería ser escritora. Era el bicho raro de la escuela para entonces.

NTR. ¿Ya escribías? 

GM. Escribo desde la secundaria, poemas súper cursis. Tenía un blog también, se llamaba Puppets complaint, donde escribía poemitas, participaba en espacios de talentos, donde leía los textos pasivo agresivos que le escribía al chavo que me gustaba, luego escribía más entradas de diarios, hablaba de cosas que me pasaban o que pensaba, eso es lo que escribo ahora todavía: sobre mí y mis divagaciones, pensamientos. 

NTR. ¿Querías escribir poesía específicamente? 

GM. Nunca tuve una búsqueda estética al principio, quería, supongo, desahogarme, escribir algo propio. Luego entré a Letras y yo misma quise darle un baño de realidad a ese sueño de ser escritora porque entonces creía, y a veces todavía lo creo, que no se puede vivir sólo de escribir, no todos tenemos esa suerte, entonces decía que quería ser editora o traductora. En 2012 cuando estaba en cuarto semestre, sin saberlo, apliqué a una beca de verano de la Fundación para las Letras Mexicanas, porque un novio me comentó al respecto. Y sin esperar nada, me la gané. 


NTR. ¿Te sentiste escritora desde entonces? 

GM. Siempre he tenido problemas con la denominación. Aunque me pagaban por escribir, a veces para mí auto llamarse escritor tiene una connotación con la que no termino por sentirme cómoda. Yo no voy a ferias, ni presento libros, y no me llaman maestro mis amigos. Esas cosas me parecen terribles. Tiene mucha carga la palabra para soltarla así, a lo mejor algún día me la empiezo a creer.  

 
NTR. ¿Ahí te encontraste con el ensayo como género? 

GM. En ese entonces apliqué a narrativa. Escribía cuentos, o eso creía, porque en realidad escribía ensayos, pero no pensaba que valía la pena, porque escribo ensayos personales, no escribo nada académico ni ficción. Reflexión y divagación, pero casi siempre centrado en mi experiencia, aunque suene egocéntrico. Nunca pensé que eso era algo publicable. Me gustaba el cuento, pero no me salía tan naturalmente como el ensayo, los personajes se parecían mucho a mí y nunca me pareció del todo mío.  
 

NTR. ¿Cómo fue ese encuentro con el ensayo? 

GM. Una vez fui a la presentación del libro Días hábiles de Teresa González, me encantó. Ahí comencé a ir al taller de Israel Carranza que también fue como mi mentor. En la presentación hablaron sobre el desafío al día hábil y a la producción, para mí se trata mucho de eso, de un desafío al desprecio que se le tiene al ocio y al divagar, ser un desquehacerado, es lo mejor que te puede pasar en la vida en este mundo capitalista donde siempre tienes que estar produciendo algo, el ocio se ve como lo peor del mundo, como una ofensa, escuchar a estas personas que admiro muchísimo y que hicieron carreras en la literatura hablar de hacerse un tiempo para no hacer nada y caminar por las calles o escribir sobre las grietas de las paredes me pareció muy bonito. 

NTR. ¿Cómo lo describirías como género? 

GM. El ensayo para mí es leer la mente de alguien más, sus pensamientos, preguntas y dudas, Phillip Lopate lo describe muy bien, dice que en una película de terror el monstruo se ve por primera vez en el espejo y se descubre monstruo, ese es todo el drama del ensayo, cuando tú estás por la vida pensando que eres de tal o cual forma y descubres que eres un poquito raro, un poquito monstruo. El ensayo es ver a una persona descubriéndose monstruo. Por más que sea anecdótico, o hable de uno mismo, el ensayo personal tiene un tipo de descubrimiento aunque sea mínimo. Una desnudez que puede ser monstruosa o extraña. Ojalá lo sea. 

NTR. ¿Qué implica escribir ensayo personal? 

GM. Obviamente es importante la aventura estética que emprendes cada vez que escribes, pero en el ensayo para mí tiene más importancia el descubrimiento que haces ahí, el camino que tomas, las preguntas que te haces, la poesía tiende más a la estética, esto es personal. Puede que a muchos no les importe lo que vives porque no te conoce, pero puede también que en ese camino personal te encuentres con el otro. Ese es el reto. No puedo ser tan ingenua en la escritura, el ensayo no te lo permite. En la ficción tu personaje puede ser un imbécil sin que eso signifique que tú lo seas. Hay una máscara. En el ensayo hablas de ti misma y los errores son interesantes, el lector ahí es un poco voyerista y hay más riesgo. Se me hace que escribirlo es para valientes. Me pasó que viví algo muy fuerte y la primera vez que escribí al respecto fue en un cuento, necesitaba distancia, critiqué al personaje aunque fuera yo. Escribir en primera persona es asumir las consecuencias. A mí al menos escribir ensayo me hace sentir más valiente y ponía muchas más cosas en riesgo. 

NTR. Cuando adolescente querías escribir como García Márquez, ¿qué estás leyendo ahora que te inspira? 

GM. Estoy leyendo a Valeria Luiselli, no su novela, sus ensayos. Verónica Gerber, su Conjunto vacío me encanta. Marina Perezagua, sus cuentos en Leche son explosivos, o a Yrsa Daley-Ward. Últimamente leo más mujeres, es una decisión que como feminista me importa la invisibilización que sufren las autoras. Esto no debería ser una decisión, debería ser natural que libros escritos por mujeres cayeran a tu regazo, pero sí de repente tienes que elegirlo y es algo que yo quiero hacer. Ha valido totalmente la pena. 

NTR. ¿Cómo eliges sobre qué escribir? 

GM. Es arbitrario. En el taller teníamos ejercicios que nos ponían a reflexionar de cosas extrañas, a veces escribo sobre lo que pasa en mi propia vida, realmente mi escritura va muy de la mano de mi vida, escribo lo que veo, lo que me pasa, lo que leo. Es el síndrome del ensayista. 

NTR. ¿Cómo te enteraste de la beca de la Fundación? 

GM. Estaba comiendo, jugando Candy Crush y estaba viendo una sitcom ligera y esperaba que el anuncio me agarrara haciendo algo más intelectual. La beca es por un año en la Ciudad de México, de formación, donde trabajas textos, no tengo un proyecto específico, quiero seguir escribiendo ensayos, a lo mejor para juntar material para publicar un libro. 

Radiografía  

  • Libro que recomienda: “El nervio óptico de María Gainza, un libro de género raro entre narrativa y ensayo”  
  • Los libros ¿electrónico o físico?: “Sí leo en Kindle, pero prefiero el físico, porque me gusta rayarlos” 
  • Lo que te gusta de las ciudades en las que has vivido: “La comida de Los Mochis, la actividad cultural y que puedo moverme en bici de Guadalajara, el anonimato y los árboles de la Ciudad de México”  
  • Un ritual para escribir: “Ninguno es tan estricto, pero sí me gusta escribir a mano” 
  • Música para la vida: “Cualquier cosa de Modest Mouse, pero sobre todo This is a long drive for someone with nothing to think about” 
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da/i