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Guadalajara ¿sustentable?

Este viernes pasado se realizó en varias ciudades del mundo una marcha denominada “huelga climática”, haciendo eco a un movimiento iniciado por la joven activista Greta Thunberg, quien desde hace un año ha estado protestando activamente, cada viernes, afuera del parlamento sueco, por su falta de compromiso en el combate al cambio climático.  

Ver en las noticias las enormes movilizaciones de jóvenes (y no tan jóvenes) preocupados por el planeta me da esperanza de que algo se puede hacer; es la muestra de que todavía existe la solidaridad, la consciencia social y el deseo por cambiar, pero ¿qué sigue? De la forma más humilde, propongo las siguientes acciones: 

1. Votar. En México los jóvenes entre los 20 y los 35 años son la franja más grande de votantes; ellos son los que, ejerciendo la fuerza de su voto, pueden impulsar la agenda climática, ya sea apoyando a políticos verdaderamente comprometidos con el tema, o creando sus propias agrupaciones políticas de acción local. De lo único que hay que cuidarse es de políticos oportunistas que, en palabras de la misma Greta Thunberg, “sólo buscan tomarse selfies”. El voto de los jóvenes, o su ausencia, ha sido fundamental para determinar el estado de las cosas en diversos países, basta recordar el Brexit para entender la importancia de la participación.  

2. Consumir de manera responsable. No basta con no usar popotes, o que éstos sean biodegradables (un millón de popotes, por biodegradables que sean, generan contaminación porque exceden la capacidad del ambiente para procesarlos y reincorporarlos al sistema). En general hay que desconfiar de las soluciones totalizantes, como prohibir las bolsas de plástico; si no se sabe cómo opera un sistema, eliminar una de sus partes puede provocar mayores problemas o consecuencias no deseadas (al respecto, recomiendo leer el trabajo de Hunter y Amory Lovins: “Cómo dejar de tirar gatos en paracaídas”). Si se quiere disminuir el consumo de plásticos de un solo uso, sugiero legislar para que los supermercados también vendan productos a granel, de manera que los consumidores puedan llevar sus propios envases. Hay que fomentar el reutilizar todo aquello que nos sirve para trasladar o contener productos de vida corta (alimentos, productos de limpieza, etc.) 

Uno de los aspectos más conspicuos del consumo es justamente el envasado. La mayoría de los productos tienen empaques que su vida útil va desde la tienda hasta que el consumidor llega a casa y lo tira a la basura. Es urgente disminuir o eliminar ese tipo de empaques cuando su fin no es proteger el producto sino aumentar el área de publicidad para el mismo. Pero lo más importante es dejar de consumir lo que realmente no necesitamos. 

3. Fomentar la redistribución de la riqueza y de la población. Es urgente evitar las grandes concentraciones urbanas que, como decía en un artículo anterior, no son sustentables y generan una mayor marginación y desigualdad social; éstas, a su vez, tienen un impacto ambiental severo: a menor calidad de vida, mayor tasa de natalidad, y sabemos que el crecimiento poblacional tiene efectos enormes sobre el ambiente. A medida que haya centros urbanos dispersos, pero con acceso a los satisfactores básicos: educación, salud, trabajo, y diversión, habrá menos marginación, menos presión sobre los recursos, y más oportunidades de desarrollo social.  

¿Qué tienen en común estas tres soluciones? Mejores políticas públicas a través de la participación ciudadana. Porque el esfuerzo de uno a veces no basta; es necesaria la organización social.

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da/i