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Jocelyn Bell, ejemplo de la ciencia

(Foto: Especial)

El pasado 6 de septiembre, el comité del Breakthrough Prize, que en español se podría traducir como “el premio a los grandes descubrimientos de la ciencia”, anunció a la ganadora de la edición 2018. El panel de jueces, compuesto por dos científicas y dos empresarios, uno de los cuales es Mark Zuckerberg, creador de Facebook, anunciaron que se trataba de Jocelyn Bell, una profesora jubilada de la Universidad de Oxford, a la que se le entregaría un cheque por 3 millones de dólares. La noticia emocionó profundamente a las mujeres científicas, pues la investigadora finalmente obtendría reconocimiento por haber hecho un gran descubrimiento.

¿Quién es Jocelyn Bell?

La historia inicia en la Universidad de Cambridge, donde fue aceptada para hacer un doctorado en astrofísica. La joven, que había nacido en un pequeño poblado de Belfast, Irlanda, se sentía intimidada por sus profesores y sus compañeros. Ella comenta que en esa época se sentía como una impostora, alguien que no era suficientemente inteligente para estar ahí, así que decidió trabajar mucho más que sus compañeros, para estar a su nivel.

Su paso por la escuela durante sus primeros años fue complicado. Era hija de un arquitecto muy culto, que tenía una gran biblioteca, y que construyó un planetario en el cercano condado de Armagh. Él impulsó el gusto de su hija por la lectura y el conocimiento, y la llevaba a visitar el planetario. Desde pequeña asistió a la escuela local, pero a los 11 años estuvo a punto de interrumpir su educación pues reprobó un examen muy importante, y sus maestros pensaban que no era buena idea que continuara estudiando. Sin embargo, sus padres opinaban lo contrario, y la enviaron a un internado llamado Mount School, en la ciudad de York, para que tomara clases más avanzadas. Durante el primer día en su nueva escuela se llevó una sorpresa desagradable pues el maestro anunció que la clase se dividiría en dos: los niños irían al laboratorio de ciencias y las niñas a la clase de labores domésticas. Se esperaba que las chicas aprendieran a cocinar, a limpiar y a cocer. Cuando los padres de Jocelyn se enteraron, protestaron y gracias a ello se le permitió a la niña participar en la siguiente clase en el laboratorio. Así fue como empezó a aprender física y astronomía, materias en las que obtuvo la calificación más alta de su clase.

Cuando creció, estudió una carrera en física en la Universidad de Glasgow y al terminar logró que la aceptaran en la Universidad de Cambridge, una de las más importantes de Inglaterra, para hacer un doctorado bajo la asesoría de un famoso astrónomo llamado Antony Hewish. Cuando terminó el doctorado, empezó a trabajar como ayudante de investigación de su asesor. Juntos construyeron un radiotelescopio, llamado Interplanetary Scintillation Array.

De pulsares y triunfos robados

En 1967, Jocelyn empezó a analizar las señales que detectó el radiotelescopio, y encontró una muy regular, como un pulso. Cuando le comentó acerca de su hallazgo a su asesor, éste pensó que podría haber algún error, o que el telescopio estaba descompuesto. Sin embargo, otro telescopio cercano detectó el mismo pulso. En aquel momento no se conocía ningún objeto astronómico que enviara señales de ese tipo, por lo que Bell imaginó que podría tratarse de una civilización extraterrestre enviando un mensaje. Ella llamó a esta señal pequeños hombrecitos verdes (o little green men en inglés). Sin embargo, pocas semanas después, Jocelyn encontró un segundo pulso en un lugar completamente distinto del cielo. Entonces, se dio cuenta de que debería tratarse de algo más, pues no era muy probable que hubiera dos civilizaciones extraterrestres, situadas en lugares opuestos del universo, mandando la misma señal. A los pocos días, Jocelyn encontró dos estrellas más, situadas en distintas direcciones, que enviaban los mismos pulsos. Fue entonces cuando supo que había encontrado un nuevo tipo de estrella, que nunca se había visto antes, pero cuya existencia había sido predicha teóricamente.

Después de un tiempo se dio cuenta de que el tipo de estrellas que encontró emiten una fuerte señal de radio en una sola dirección y rotan todo el tiempo. Jocelyn Bell había pensado llamar a estos nuevos objetos con el rimbombante nombre de estrellas radiantes pulsantes, pero un periodista científico que la entrevistó propuso simplificar el nombre y llamarlas pulsares, que es como se conocen actualmente. Un pulsar es una pequeña estrella, compuesta por neutrones, que está rotando y que emite ondas de radio en una sola dirección. Podemos pensar en los pulsares como faros cósmicos. Al igual que los agujeros negros, los pulsares nacen cuando una estrella muere.

El descubrimiento fue tan importante, que mereció un premio Nobel en 1974. Lamentablemente, no se le otorgó a Jocelyn Bell, sino a su asesor, Anthony Hewish, quien al principio no tomó enserio el trabajo de su alumna. Muchas veces se le ha preguntado a Bell si está resentida por no haber recibido el importante premio, cuando claramente lo merecía. Ella comenta que en los 70 había muy pocas mujeres científicas y que la ciencia se consideraba una actividad para hombres, entonces a ellos se les otorgaban todos los premios. Por otro lado, recuerda: “era una estudiante y entonces no reconocía el trabajo de los estudiantes. Ahora lo hacemos, pero en aquella época los estudiantes eran considerados parte del mobiliario”.

Una inspiración generacional

Además de su contribución fundamental en el descubrimiento de los pulsares, Jocelyn Bell ha sido un modelo a seguir para las científicas de las siguientes generaciones. Por ello, el anuncio de que se le otorgó el Breakthrough Price causó gran emoción. La científica británica comenta que cuando le comunicaron la noticia se sorprendió muchísimo, pues se trataba de un reconocimiento inesperado y una enorme cantidad de dinero. Después de discutirlo con su familia, decidió donar la mayor parte del premio a mujeres provenientes de distintas minorías, que tengan un gran deseo de convertirse en científicas.

El 24 de septiembre de 2018, poco tiempo después del anuncio de su premio, Bell visitó la Escuela de Física y Matemáticas del Instituto Politécnico Nacional en la Ciudad de México, donde impartió una plática sobre su descubrimiento delante de más de ochocientas personas que admiraban profundamente su trabajo, y que la ovacionaron por su premio.

Cuando se le preguntó qué le diría a una mujer joven que tiene deseos de estudiar una carrera científica, ella contestó: “si una chica está interesada en ser científica profesional, yo diría, ¡hazlo, no lo dudes! Es muy divertido ser científica, es muy emocionante estudiar el universo”. INVDES

POESÍA

Jocelyn Bell tiene un lado profundamente espiritual. Aparte de ser una apasionada científica, es admiradora de la poesía con temas astronómicos. Su interés en el tema se despertó cuando leyó un poema de la escritora británica Elizabeth Jennings, titulado Retraso

PIONERA

  • Después del descubrimiento de Jocelyn Bell, se construyeron nuevos radiotelescopios que permitieron descubrir alrededor de 2 mil 600 pulsares
  • El pulsar más famoso es el que se descubrió en la Nebulosa del Cangrejo. Se trata de un pulsar que tiene aproximadamente 25 kilómetros de radio, que emite rayos que giran 30 veces por segundo
  • En mayo de 2018, un grupo de científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias encontró un pulsar muy masivo usando un método novedoso de observación. El pulsar, al que llamaron PSR J2215+5135 tiene una masa que es 2.3 veces la masa del Sol

JJ/I