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Cosas del ayer

Escribo sin saber los resultados en las urnas de Argentina. Redacto sin ser un ciudadano de “a pie” de las calles de Santiago (Chile). Sin embargo, escribo como mexicano, es más, como latinoamericano.

Protestas, elecciones. Confusión e incertidumbre componen  gasolina al juego, violencia que mal interpretada, mas no justificada. La violencia en Chile y la inestabilidad en América Latina no es obra de la casualidad, el resentimiento social nunca es ni será una casualidad, son síntomas de una realidad.

América Latina seguirá siendo una vaca de ordeña, lo preocupante es que no es a manos de un colonizador sino de su propia gente. Hablar de un aumento de tarifa en el Metro de Chile o la eliminación del subsidio a los combustibles en Ecuador es una grosería que refleja el comportamiento de la región, nos ponemos en manos de empresas sin extremidades sociales. El objetivo es el mismo, favorecer a una clase que se olvidan del verdadero motor de la economía.

No hablemos de clase media, ese sector pertenece al siglo anterior, a los salarios de hoy se le denomina clase trabajadora En resumen, lo sucedido en Chile no es nuevo, es el reflejo de lo que sucede en la región. Es el inicio de un efecto domino que surtirá efecto hasta la frontera norte de los EU.

Lo delicado es que no existe justificación que alcance, la violencia es parte de una reacción lógica al modelo económico que beneficia “a unos cuantos” para secuestrar las aspiraciones de la “generación del cambio”. Es más, no tratemos de analizar el concepto como un fenómeno aislado, el hartazgo ha sucedido en otras latitudes, Cataluña en España, Hong Kong, Inglaterra, Líbano, donde igualmente los ciudadanos parecen considerar como totalmente insuficientes los mecanismos de que dispone la democracia liberal y cada vez más consideran que la manera más eficaz para afrontar situaciones de crisis, de diverso tipo, incapacidad de los gobiernos para gestionar la economía y la política social, responder a demandas ciudadanas, o dar salidas a problemas políticos críticos, es con su presencia protagónica y masiva en los espacios públicos, lo que sin duda le plantea un verdadero desafío a esta forma de gobierno, por cuanto está colocándose en cuestión los procedimientos, canales y sistemas de representación, los mecanismos formales de toma de decisiones y en últimas, la propia legitimidad de dichas democracias liberales.

Lo importante es que entendamos que esto no es natural. Latinoamérica está jodida por un mal acomodo de prioridades. Se denomina el disfraz del crecimiento económico a costa de un tejido social al borde de la ruptura. Un aumento del producto interno bruto (PIB) no significa una mejora real del país.                

Conclusión simple, la lección chilena es adoptada por el continente o será padecida.

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JJ/I