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Gobernar para 50%: la Caminata por la Paz 

La Caminata por la Paz, Verdad y Justicia, organizada por miembros de la familia LeBarón, así como el literato y líder social, Javier Sicilia, llegó físicamente a su terminación, luego de un periplo que los llevó, así como a miembros de la sociedad que coinciden en la ahora reciente pero lastimosa condición de ser víctimas de la violencia, por diferentes partes del país. Enarbolaron una demanda de ser escuchados y discutir con el gobierno sobre la visión que tienen y escuchar las propuestas de políticas públicas sobre esos temas. 

La caminata tuvo entre algunos de sus objetivos visibilizar el dolor, la preocupación y el interés de quienes intervinieron, en número representativo, al ser estos, afectados por la violencia e impunidad; y que requerían no solamente ser escuchados ante los silencios de dos administraciones anteriores y los afectados por esta administración, sino establecer un diálogo que planteara una interlocución, ciudadanía y gobierno, considerando sus afectaciones y, tomando en cuenta, las contribuciones que se pretendían dejar como aportaciones para la definición de las políticas sobre la materia. 

De manera contraria a la que se podría considerar, la Presidencia de la República se mantuvo en un tono beligerante y con una actitud de rechazo frente a la caminata. El diálogo con los participantes de ésta pretendió establecerse como un evento que podría establecer líneas de comunicación diferentes de las que quiere desarrollar la presidencia, de manera unilateral. El 20 de enero señaló el presidente: “Pueden entrar a Palacio Nacional, pero no los voy a recibir, los va recibir el Gabinete de Seguridad, para no hacer un show, un espectáculo. No me gusta ese manejo propagandístico, por eso los va recibir el Gabinete de Seguridad”. 

Un factor desafortunado en esta dimensión lo constituye el hecho de transformar un evento realizado por la sociedad civil como un evento de carácter propagandístico en la medida en que no surge de las propias líneas presidenciales de propaganda. Valdría la pena considerar que varios de los puntos que se plantean en las sesiones matutinas constituyen verdaderos elementos propagandísticos, que no se establecen con la estructura y coherencia de una política pública, sino de promesas, estableciéndolas en un futuro atemporal y como ofrecimiento que compensará a un pasado inequitativo. 

El sentido de las sesiones matutinas se consideraría una suerte de rendición de cuentas, es decir, de la información surgida del ejercicio de la administración y que sirva para aclarar el sentido de las políticas, o de definir los trazos de los pasos de gobierno para obtener metas establecidas, con anterioridad, porque la rendición de cuentas implica, justamente, la evaluación de un proceso en marcha. 

Ejercicios como el Plan Nacional de Desarrollo, el Presupuesto 2020, el inicio del cambio de sistema de salud, como lo es el caso del Insabi, no han sido objeto de rendición de cuentas, en tanto que la inexistente venta del avión presidencial implica decenas de minutos de comentarios presidenciales. 

Los participantes en la caminata no surgen de una abstracción, sino de una realidad que se puede contar y medir. La interposición de un grupo de simpatizantes del presidente como efecto provocador, sin autenticidad en su presencia en la misma ruta de la caminata, no hace sino abonar a una percepción negativa de la gestión gubernamental. La deslegitimación de la sociedad civil en la percepción del gobierno da la apariencia de que hay, por lo menos, un 50 por ciento de personas no representadas ni incluidas en esta gestión. 

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jl/I