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El talón de Alfaro

Los desaparecidos son el talón de Aquiles del gobierno de Enrique Alfaro Ramírez. 

Nunca antes se han tenido tantos y jamás se habían concentrado tal cantidad de historias dramáticas. Son un recordatorio de la descomposición humana con la que convivimos quienes habitamos en Jalisco. 

Yo no puedo ni imaginar el dolor y la angustia de los familiares de las personas desaparecidas. Supongo, de manera austera, que debe ser peor que la muerte. Mantener la esperanza en medio de tanta adversidad tiene que ser desgarrador. 

En tal situación se encuentran 3 mil 568 familias en el estado (tan sólo en el periodo del 1 de diciembre de 2018 al 30 de septiembre de 2020). Ese es el número de personas desaparecidas y no localizadas que reportó la semana pasada el gobierno federal. 

Es de Jalisco uno de cada cuatro desaparecidos en todo el país. Según datos de la subsecretaría federal de Derechos Humanos, Población y Migración, el estado concentra 25.8 por ciento de las personas sin localizar de México. 

Nuestro dominio en ese indicador es macabro. Tenemos más del doble de los desaparecidos con que cuenta Guanajuato, que es el segundo lugar nacional (con mil 216 desaparecidos). Con todo y la guerra lanzada por El Marro hasta hace unas semanas, Jalisco cohabita con esta realidad lacerante de manera mucho más extendida. 

Le siguen Tamaulipas, con mil 206; Ciudad de México, mil 191, y Nuevo León, con 991. Tal comparativo nos pone en perspectiva la enorme problemática que existe en Jalisco. 

El gobierno del estado habilitó el sistema de información sobre víctimas de desaparición. Ahí se expone una situación todavía más dramática. 

Según la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas se entiende por persona desaparecida a alguien “cuyo paradero se desconoce y se presume, a partir de cualquier indicio, que su ausencia se relaciona con la comisión de un delito”. En cambio una persona no localizada es aquella “cuya ubicación es desconocida y que de acuerdo con la información que se reporte a la autoridad, su ausencia no se relaciona con la probable comisión de algún delito”. 

Según la clasificación, valorados por las indagatorias de personas pendientes de localizar desde 1995 hasta el 30 de septiembre de 2020, se sabe que personas no localizadas hay hasta ahora 7 mil 389 y desaparecidas, 2 mil 342. Entre ambas clasificaciones suman 9 mil 731. 

Cabe recordar que cada uno de estos casi 10 mil ausentes tiene una familia devastada. 

La curva estadística es demoledora. En 2010 había 138 hombres y 17 mujeres sin localizar (clasificado por fecha de denuncia). El año pasado fueron mil 830 varones y 218 mujeres. El crecimiento del fenómeno es exponencial y en medio pasaron gobernadores del PAN, del PRI y ahora de MC. 

La noche está cada vez más oscura. Hasta septiembre de este año van mil 398 hombres y 221 mujeres. Penosamente están desapareciendo 179 personas al mes. Con esa tendencia se va a pasar el peor año de la historia en Jalisco (2019). 

Dos son los pendientes más destacados. El Sistema Nacional de Búsqueda de Personas aprobó el 27 de agosto el Proyecto de Protocolo Homologado de Búsqueda y se publicó en el Diario Oficial de la Federación apenas el 6 de octubre pasado. Su implementación en Jalisco es urgente. 

El otro es la construcción del Centro Regional de Identificación Humana que prometió el subsecretario federal Alejandro Encinas en enero. Todavía no se anuncia siquiera el inicio de su construcción. 

Además las víctimas y sus familiares enfrentan lentitud, indolencia y hasta falta de voluntad para encontrar y evitar que se sumen más desaparecidos… el talón de Alfaro. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I