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Conflictos de interés

¿Tiene usted algún interés que cuidar o que desea proteger? Lo más seguro es que sí; puede ser el interés por el bienestar de sus seres queridos, su trabajo y el dinero que obtiene a cambio de realizarlo, etcétera. La condición humana nos lleva a vivir en medio de una constelación de intereses, propios y ajenos, entre los que las personas buscamos encontrar el equilibrio para no dañar o ser dañadas. El conflicto humano surge precisamente de la búsqueda de proteger los propios intereses. 

En ese sentido es normal que nos agrupemos para multiplicar nuestra capacidad para proteger nuestros intereses, pero esto también multiplica los conflictos, porque ahora chocan los del grupo con los de los individuos o con los de otros grupos. En cierto modo, la historia de la civilización es el recuento de los mecanismos sociales que hemos ido desarrollando para gestionar esos conflictos, procurando cada vez más que la violencia sea el menos recurrente. 

La política es claramente uno de esos mecanismos de gestión y articulación de intereses, tal vez el más importante, por su tamaño y extensión. No por nada el filósofo Aristóteles nos definió como animales políticos. Así, desde la invención de la política hemos visto cómo todos los grupos humanos utilizan el poder para proteger sus propios intereses, lo cual es perfectamente normal. 

Lo que no se considera correcto es la pretensión de utilizar el poder político para proteger los propios intereses de manera absoluta y a costa de los intereses ajenos. Esa es una forma de violencia que daña profundamente a la sociedad y que usualmente está asociada con intereses ilegítimos, es decir, no aceptables para el conjunto social o, por lo menos, con formas ilegítimas de protección. 

Por eso podemos considerar a la democracia como una forma de articular los intereses legítimos en contra de los ilegítimos. Lo contrario a eso es la corrupción. Y en Jalisco, para evitar que esa corrupción siga extendiéndose, creamos un sistema anticorrupción. 

Ahora bien, para que un sistema como ese funcione bien es muy importante que quienes lo hacen operar tengan el interés legítimo de hacer lo necesario para que los recursos públicos se utilicen con integridad, y por lo tanto evitar que se usen para proteger intereses ilegítimos, lo que requiere que se ponga en esos puestos a personas con los perfiles más adecuados. 

Pero como no confiamos en los partidos, con justa razón, el remedio fue crear una comisión apartidista encargada de seleccionar a quienes integrarán el equipo que a su vez intervendrá en las designaciones llevadas a cabo por el Congreso de Jalisco para propiciar que se elija a las personas más capaces de proteger los intereses legítimos. 

Sin embargo, recientemente la Comisión de Selección del Sistema Estatal Anticorrupción de Jalisco realizó, por segunda ocasión, una designación polémica, ya que eligió como integrante del Comité de Participación Social a una persona que podría tener un conflicto de interés, pues hasta antes de su designación laboraba para el Poder Ejecutivo, y de hecho, un diario local ya había anticipado su designación en su sección de trascendidos, lo que hace suponer que había una presión política muy fuerte a su favor. 

Lo anterior no deja de ser mera especulación, pero propiciada por el hecho de que la Comisión de Selección no fundamentó su decisión, explicando por qué consideraron que tenía un perfil más adecuado que el resto de las aspirantes, sino que simplemente lo designó, del mismo modo en que, malamente, lo hacen los diputados. Para abatir la corrupción, eso no debería ocurrir. 

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Twitter: @albayardo 

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