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¡Ya no más! 

¡No más violencia a las mujeres! 

 

El frenar y erradicar los históricos, reprobables y vigentes problemas de la violencia y la inequidad a las mujeres es una responsabilidad y un deber ético de todas y todos, aunque la tarea debería iniciar en el Estado mexicano y todas sus instituciones, en las cuales las posturas declarativas han sido ineficaces. 

Después habría que continuar con las y los profesoras de los distintos niveles educativos en su trabajo docente cotidiano; luego con las madres y padres de familia, ya que en muchos casos generamos, promovemos y toleramos cotidianamente y a veces de forma inconsciente y otras veces de manera cuestionable o, incluso, criminal, actitudes y comportamientos de las y los hijos, y, finalmente, todas y todos los ciudadanos deberíamos de asumir dicha tarea en cada uno de los escenarios en que nos desenvolvemos. 

Para lograrlo, inicialmente es fundamental tomar consciencia de los diversos tipos de violencia e inequidad que más comúnmente viven la gran mayoría de las mujeres en su vida. 

En niñas: golpes e insultos de sus padres y/o hermanos; agresiones sexuales de algunos familiares y/o vecinos; acoso escolar por sus compañeros y compañeras, y abandono de sus padres. 

En adolescentes: agresiones sexuales de algunos familiares, maestros, compañeros y/o desconocidos; acoso escolar por parte de compañeros y compañeras; agresiones verbales por sus familiares, y agresiones físicas, verbales, sexuales y/o control por su novio. 

En jóvenes: agresiones físicas, verbales y sexuales de sus novios; agresiones sexuales de algunos maestros, jefes, entrenadores, compañeros, vecinos y/o desconocidos; desapariciones forzadas por conocidos o desconocidos, y robos y asaltos por desconocidos. 

En adultas: agresiones físicas, verbales y sexuales de sus novios, esposos o concubinos; agresiones sexuales de algunos jefes, compañeros de trabajo, vecinos o desconocidos; robos y asaltos por parte de desconocidos; inequidad salarial; discriminación política; inequidad en los trabajos domésticos y en la crianza de las y los hijos, y los feminicidios. 

En adultas mayores: abandono de sus familiares; agresiones físicas y verbales por sus familiares; despojo de su dinero y bienes materiales por sus familiares y vecinos; aislamiento socioemocional por parte de familiares, y robos y asaltos por parte de desconocidos. 

Una vez conscientes de ello, es necesario, principalmente en nosotros los hombres, identificar, promover y practicar día con día formas justas, pacíficas y respetuosas de convivir y relacionarnos con las mujeres, y prevenir, denunciar y exigir justicia de las actitudes y comportamientos que atenten contra la integridad y la dignidad de cualquier mujer. 

¡No más violencia a las mujeres! 

¡Crezcamos juntos! 

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jl/I