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Periodismo y verdad

Si son falsas, no son noticias. Son propaganda o campañas que responden a diversos intereses, pero no son noticias ni deberíamos llamarlas así. Proporcionar información verdadera es una de las tareas básicas del periodismo. La verdad es el valor que le da sentido.

El tema de la verdad puede ser muy complejo si se aborda desde la filosofía, la ciencia o la teología. Desde el periodismo es más sencillo, pues, como decía el maestro Javier Darío Restrepo, los periodistas no nos ocupamos de las grandes verdades, sino de verdades humildes. De decir con certeza lo que acaba de ocurrir.

Así, los periodistas nos ocupamos de relatar hechos verdaderos, que son novedosos y que además resultan de interés público porque tienen repercusiones en una comunidad.

Son verdades provisionales. Si en unas elecciones el primer recuento de votos indica que tal partido va arriba con 35 por ciento, sabemos que ese porcentaje seguramente se moverá cuando avance el conteo. Si en un corte informativo la radio nos dice que al final del primer tiempo tal equipo de futbol va ganando uno a cero, sabemos que esa verdad podrá cambiar en los próximos 45 minutos.

Se trata de verdades humildes, pero útiles. Deben ser, sobre todo, irrebatibles y corroborables. Si publica que ayer hubo 85 asesinatos en el país o que se derrumbó un puente, habría manera de comprobarlo.

En este sentido, Restrepo afirma: “El periodista tiene la obligación de garantizar la calidad de la información que ofrece a sus destinatarios de la misma manera que el ingeniero de aguas está obligado a garantizar la pureza del agua que beberá la gente”.

Si es así, ¿entonces por qué hay tanta controversia en torno a los periodistas y la verdad? Hay, al menos, dos razones.

La primera es que esos datos irrebatibles y corroborables y, por lo tanto, objetivos, no aparecen como un listado en los medios de comunicación, sino que se inscriben en un relato y toda narración tiene un grado de subjetividad. El sujeto que la elabora le da mayor o menor a importancia a un dato, lo coloca al principio o al final, lo compara o no con otros datos.

Por esta razón, aunque los datos sean los mismos, los relatos en que se presentan son diferentes. Los datos puedan ser objetivos, pero el relato no. El maestro Miguel Ángel Bastenier explica: “La objetividad quiere decir que la realidad es cognoscible tal como es, pero la realidad es de muchas maneras al mismo tiempo, por lo tanto, sólo la subjetividad es capaz de interpretar lo que llamamos realidad. Lo que la gente pide del periodista es imparcialidad”.

Esta es la primera razón de la controversia. Aunque el dato sea irrebatible, su interpretación no lo es. Es esta característica la que nos lleva a la segunda razón de las álgidas discusiones actuales sobre la verdad periodística.

En un país polarizado, los actores sociales y el público interpretan los datos en función de sus propias visiones o intereses. El que haya 85 homicidios en un día o se registren 9 mil 581 contagios de Covid en 24 horas, para unos es muestra del éxito de las políticas públicas y para otros, del fracaso. Existen también lecturas más matizadas que no ven los fenómenos en términos de blanco y negro.

El periodismo honesto y profesional debe proporcionar a la audiencia datos irrebatibles, corroborables, completos y útiles, de manera imparcial, que ayuden a la sociedad a verse a sí misma. En ocasiones, estas verdades resultan incómodas para los poderes. Más sobre el tema en: https://n9.cl/hmpbg

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JB