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Delincuencia, litio y la región de los Altos

En Teocaltiche y su vecino Jalostotitlán concurren dos informaciones que, aparentemente, no tienen ninguna relación. Una, pública, es que son municipios que resienten las dolorosas repercusiones de numerosos actos violentos por las disputas entre grupos delictivos, lo que ha derivado en balaceras, crímenes, desapariciones y, en el primero, la huida masiva y forzada de cientos de pobladores. 

Otra información, menos difundida, es que Teocaltiche y Jalostotitlán son asiento de importantes yacimientos de litio, un metal color plateado de valor estratégico para el desarrollo económico del país. Tanto que se considera es el equivalente a lo que significó el petróleo en tiempos de Lázaro Cárdenas. El gobierno federal identifica en ambos municipios dos de los potenciales depósitos más relevantes de los 82 que tiene la República en 18 estados, como reporta el Servicio Geológico Mexicano. 

Una interpretación es que la violencia desatada en Teocaltiche y Jalostotitlán es generada por el feroz enfrentamiento entre los cárteles que se disputan no únicamente el control de los dos municipios, sino de toda la región, que incluye al vecino estado de Zacatecas, envuelto también en el horror de las matanzas y desapariciones. Desde esta perspectiva, el objetivo de los grupos criminales se restringe a garantizar el dominio y operación, lo cual no tendría ninguna relación con el proyecto minero y el litio. No habría, desde esta óptica, ninguna relación entre el promisorio futuro del metal y la actuación de la delincuencia. 

Sin embargo, otra posibilidad, no descartable y prevenible, es que quienes deciden las estrategias de las empresas del crimen ya tengan o lleguen a plantearse cómo sacar provecho de lo que se avizora como una explotación minera importante y sus efectos económicos en la región los Altos de Jalisco, a la que pertenecen Teocaltiche y Jalostotitlán. En Jalisco, grupos delictivos buscan despojar propiedades, y desatan amenazas, extorsiones y agresiones en zonas mineras. O, como sucedió en administraciones pasadas, se impusieron proyectos mineros sin consultar comunidades y luego los privatizaron, como denuncian ocurrió en Cuautitlán. 

Otros municipios de Jalisco con yacimientos de litio, en los que tiene puesta la mira el gobierno federal con presupuesto para exploración este año son Tlajomulco de Zúñiga, de los más azotados por la creciente violencia, y Atoyac. 

El litio, llamado el “nuevo petróleo”, se utiliza en la manufactura de baterías, dispositivos móviles, vehículos eléctricos y la industria farmacéutica. En México lo extraen y procesan empresas nacionales y extranjeras. El más importante yacimiento se descubrió en 2019 en Sonora. El destino del metal es un punto central de discusión en la iniciativa de reforma eléctrica, como ocurrió en el parlamento abierto organizado en la Cámara de Diputados. El gobierno federal desea que una empresa pública lo explote para rescatar la soberanía y no entregarlo a más compañías mineras privadas. 

La delincuencia organizada opera similar a una empresa. Su personal labora en sucursales (plazas), departamentos, con jefes y los equivalentes a directores o gerentes. El perfil de los capos ha evolucionado. De los matones guiados por intuiciones en los años 70 u 80 se pasó en México, desde los 90, a un nuevo tipo de líderes poco visibles: egresados de universidades y/o que se rodean de profesionistas, vinculados a empresarios y comerciantes, y con ligas cercanas a políticos, protegidos desde el propio Estado. Un capo de ese perfil, en lenguaje empresarial busca oportunidades para invertir y expandir sus negocios… ilegales. Uno, sin duda, es la minería. 

Twitter: @SergioRenedDios

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