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Una tradición de la gente

El 20 de mayo inicia la tradicional visita de la Virgen de Zapopan a los templos y parroquias de Guadalajara. Una tradición que cumple 288 años de celebrarse desde el año 1734. Bajo el concepto Romería fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, a finales de 2018, por ser una tradición que fomenta el tejido social de millones de feligreses y preserva rituales de origen prehispánico. 

El nombre oficial de esta declaratoria es La Romería, Ciclo Ritual de La Llevada de la Virgen de Zapopan, una de las tradiciones populares más fuertemente arraigadas en el occidente de México. Una tradición de la gente que ha cruzado momentos históricos críticos. 

En la opinión del historiador y sacerdote Antonio Larios Suárez, “es la única manifestación religiosa pública que no ha desaparecido con el devenir histórico, no tanto por el interés de las autoridades religiosas y civiles, sino gracias a la comunidad que valora sus raíces, su historia y su fe”. 

Zapopan ha sido siempre el polo espiritual de Guadalajara, mientras que Tlaquepaque, un polo de diversión y descanso en el verano. Como antigua villa, Zapopan, hoy ciudad, es un conjunto urbano virreinal, cuyo Centro Histórico está protegido por las leyes urbanísticas, de las cuales ha sido vigilante el INAH, aunque a causa de la corrupción no siempre se atienden sus reglamentaciones. 

El historiador e investigador Armando González Escoto señala que, desde sus orígenes, la tradición de traer la imagen de la Virgen de Zapopan a Guadalajara “no fue iniciativa del clero, sino del cabildo civil y de la ciudadanía, apoyados por el cabildo eclesiástico, y el retornar de la Virgen a su santuario fue iniciativa cien por ciento de los fieles, que llenos de gratitud por la visita de la Virgen a la ciudad, sintieron el deseo de llevarla caminado hasta su casa como gesto de gratitud”. 

Llama la atención a sociólogos e historiadores esta tradición, la cual expresa como un camino hacia los orígenes, hacia las raíces de lo que hoy somos como cultura tapatía, pues esta nuestra cultura nace y se desarrolla, en opinión del historiador González Escoto, “de la conjunción entre dos realidades, la sociedad criolla de Guadalajara y la comunidad indígena de Zapopan”. 

Esta tradición no sufrió cambios de 1734 a 1857, cuando las visitas de la Virgen de Zapopan a las parroquias gozaron de paz. En esta época, las visitas de la Virgen se celebraban del 13 de junio al 5 de octubre, coincidiendo con el temporal y con el dicho de que las aguas “san Antonio las trae y san Francisco se las lleva”. 

Las vicisitudes de esta tradición se dieron de 1858 a 1938. La promulgación de la Constitución de 1857 desató la guerra entre liberales y conservadores. Terminó la guerra de intervención con derrota definitiva de los conservadores y la aplicación absoluta de las Leyes de Reforma. 

Varias de dichas leyes violaban derechos fundamentales, como el de la libre y pública expresión de las creencias y el derecho de tránsito de manera individual o colectiva con la ocasión que sea. Similar situación se dio en la época de la persecución religiosa de 1926 a 1935. 

No obstantes las dificultades sociales, la comunidad entera se empeñó en acompañar el carruaje donde la imagen de la Virgen era trasladada de un templo a otro. A partir de ese año y por lo menos hasta 1938 se dio un permanente “estira y afloja” en lo relativo a las fiestas de la Virgen de Zapopan, a cuyas expresiones públicas jamás quiso renunciar la feligresía. 

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