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Cementerio británico, un caso de interés

(HONOR. María del Carmen es la centinela de las 767 tumbas con restos de ingleses, irlandeses y escoceses que habitaron y trabajaron las minas de estas tierras en el siglo 19. Foto: Cortesía EFE)

Con la firmeza de un Guardia Real de la Corona Británica, la mexicana, hija de un lord, María del Carmen Hernández Skewes, mantiene a raya a cualquier extraño en el primer cementerio británico de América, situado en las montañas de Hidalgo. 

Entre las sombras que generan los enormes árboles del camposanto, en la parte más alta del pueblo minero de Real del Monte, la mujer es la centinela de las 767 tumbas con restos de ingleses, irlandeses y escoceses que habitaron y trabajaron las minas de estas tierras en el siglo 19. 

Dura en su hablar, María del Carmen tomó el lugar de su padre ya fallecido, Inocencio Hernández Lara, “Don Chencho”, el cuidador del cementerio y miembro de la Orden del Imperio Británico. 

“Para mí es una cosa bonita, porque he estado en ese cementerio desde pequeña. Ellos, las personas que están sepultadas, son mis amigos porque he logrado ver a algunas de ellas”, asegura a Efe. 

El bosque de oyamel cubre verdaderas obras de arte de mampostería y mármol convertidas en lápidas con restos de mineros, personajes británicos que llegaron a estas tierras a explotar las minas de oro y plata. 

Aparecen también nombres de chinos, alemanes y la enfermera holandesa N. Zurhaar, quienes acompañaron la oleada de migración minera desde el condado de Cornualles, Inglaterra, y uno que otro mexicano descendiente de los trabajadores de la tierra. 

Entre las tumbas se pasea –dice– una pequeña niña vestida de blanco que fue sepultada viva por sus padres y ahora deambula y se enoja cuando hay demasiados visitantes. 

Al lado de su padre –el hombre que por 47 años fue el cuidador del cementerio y en 2006 recibió en agradecimiento la condecoración de Miembro Honorario de la Excelentísima Orden el Imperio Británico firmado por la reina Elizabeth de Inglaterra–, conoció la historia de John Vial, un soldado británico que decidió dejar el pueblo para luchar en la Primera Guerra Mundial. 

María del Carmen se sabe de memoria las fechas de cada una de las tumbas y los indicios de símbolos masones y celtas del sitio; y que la reja principal fue construida en 1862 en los primeros talleres de fundición. 

El arco de la vida y la muerte y la piedra angular que componen el acceso principal, le recuerda aquel noviembre de 2004, cuando el Príncipe Carlos visitó el panteón y la saludó de mano. 

Por ahora, afirma, tiene asegurado un lugar en el panteón, porque sigue abierto a nuevos moradores, siempre y cuando sean descendientes de aquellos valientes mineros o se hayan casado con uno de ellos. 

jl/I