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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Existe una intensa discusión pública sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y el tren maya. Ambos proyectos tienen proponentes y detractores. Sin embargo, la discusión pública está dejando de lado un aspecto clave que debería estar en el centro de la cuestión: las implicaciones de estos dos megaproyectos para el desarrollo regional del país.
Hay dos agendas que han acaparado la esfera pública. En el caso del NAICM, la discusión se ha orientado hacia la corrupción y la agenda medioambiental. En el caso del tren maya, el debate se ha inclinado por el lado del ecocidio y del autoritarismo con el que se ha planteado su construcción. Estas discusiones son muy relevantes y se deben tomar en cuenta con mucha seriedad.
Sin embargo, hay otro ángulo igual de importante, pero que no ha logrado acceder a la discusión pública con el mismo empuje: las implicaciones de estos dos megaproyectos en el desarrollo regional del país en su conjunto. Por un lado, sus consecuencias no van a ser locales, sino que tendrán implicaciones nacionales. Por otro, sus efectos no van a ser aislados, sino que van a interactuar entre ellos: los efectos de tener aeropuerto y no tener tren serían unos, los de tener tren y no tener aeropuerto serían otros, y los de tener los dos también serían diferentes.
La disciplina del desarrollo regional ha estudiado las consecuencias de este tipo de megaproyectos. Resulta que hay una relación circular entre la inversión pública en infraestructura y el desarrollo económico. Es decir, la inversión pública en infraestructura causa desarrollo económico, pero el desarrollo económico también atrae inversión en infraestructura.
Así, la inversión y el desarrollo se atraen y se refuerzan mutuamente. Pero esta relación también se da en la dirección contraria: si no hay inversión pública en infraestructura no hay crecimiento, pero si no hay crecimiento tampoco se atrae inversión. Desde esta perspectiva se pueden ver dos fenómenos que también deberían ser parte de la discusión pública.
Primero, la construcción del NAICM implica reproducir una tendencia del desarrollo regional presente por lo menos desde la década de los 50: la concentración de los megaproyectos de infraestructura en el Valle de la Ciudad de México. El que la Ciudad de México sea el mayor y más importante polo de desarrollo del país no es casualidad. Los estudiosos en el tema explican este fenómeno a partir de la concentración de infraestructura en esa zona durante el periodo de industrialización del país. Construir el NAICM es una raya más en ese tigre de concentrar la actividad económica del país en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
Segundo, la construcción del tren maya significa comenzar a pagar una deuda histórica de construcción de infraestructura pública en el sureste mexicano. Esta región es la menos desarrollada del país, con los indicadores económicos y de desarrollo humano más bajos de toda la República. Esta situación tampoco es casualidad, sino el producto de décadas de abandono del Estado mexicano en términos de inversión de infraestructura productiva.
El tren maya puede detonar una importante espiral de actividad económica en la región que a la larga elevaría los niveles de bienestar de su población.
Incluyamos estos ángulos en la discusión pública. Si sólo se construye el NAICM sin construir el tren maya entonces estaríamos reproduciendo las mismas tendencias históricas de concentración de la actividad económica en el Valle de México. El norte y el occidente del país ya tuvieron su gran salto adelante con la llegada de la industria maquiladora durante los 90. Ahora le toca al sur, es lo justo.
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Coordinador del Laboratorio de Innovación Democrática (LID)
da/i