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El muro de AMLO

El abusador de Donald Trump se salió con la suya: postró de rodillas al gobierno de la 4T a su voluntad. En respuestas a las amenazas, AMLO convocó al fallido “acto de unidad” que, después del penoso acuerdo, se convirtió en un amargo festejo. Valga la comparación: se festinó como si una pena de muerte se hubiera pospuesto 45 días (si no hay resultados, habrá “medidas más duras”, Trump dixit).

La decisión de Trump de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas es una sus prerrogativas (aunque puede ser desafiada en organismos internacionales), pero no es su atribución definir las políticas migratorias (menos las de otros países). Sin embargo, amagó al gobierno mexicano y, en negociaciones que se quieren vender como exitosas, el mandatario norteamericano dictó la política migratoria en México para los próximos meses.

Luego de la firma del acuerdo, Trump tuiteó: “Me complace informarles que EU ha llegado a un acuerdo firmado con México. Las tarifas arancelarias programadas para ser implementadas este lunes contra México, quedan suspendidas indefinidamente. México, a su vez, ha acordado tomar medidas sólidas… para detener la marea migratoria a través de México a nuestra frontera sur. Esto sucede para reducir o eliminar la inmigración ilegal. Los detalles del acuerdo serán liberados en breve por el Departamento de Estado”.

Los temores de que Trump cumpliera con sus amenazas arancelarias fueron compartidos por empresarios y políticos de ambos países por igual, aunque parece que más voces críticas se escucharon en el vecino país del norte, sobre todo por utilizar un tema mercantil como moneda de cambio por el problema migratorio: quid pro quo. El gobierno mexicano mostró su debilidad al aceptar negociar una cosa por otra (¿a qué se comprometió el gobierno de EUA?)

Si bien las caravanas de refugiados centroamericanos iniciaron el año pasado, la equivocada política migratoria del gobierno de la 4T propició la llamada marea de migrantes. En la conferencia mañanera de ayer, ahora se aprovechó para conmemorar el aniversario 80 del exilio español y exaltar las acciones que el gobierno federal está tomando en torno al éxodo de centroamericanos: la diferencia es que hace 80 años México recibió a exiliados españoles para vivir en México; los centroamericanos sólo están de paso para intentar llegar a Estados Unidos.

Si bien Marcelo Ebrard afirmó que en la negociación evitó que México se convirtiera en un “país seguro”, la realidad lo desmiente. De aceptar que nuestro país se convierta en un territorio donde los migrantes esperen las resoluciones de su solicitud de asilo (según la Convención sobre el Estatuto de los refugiados, firmados en Ginebra, Suiza, 28 de julio de 1951); esto es, ser el país donde un solicitante de asilo habría podido recibir protección como refugiado y donde ha estado físicamente presente antes de llegar al país donde busca asilo, tendríamos en México un serio problema de seguridad.

La dimensión del conflicto se multiplica si los migrantes ilegales centroamericanos que ahora se encuentran en Estados Unidos (unos 50 mil) son deportados a nuestro territorio y se suman a los que ya se refugian aquí, más los que logren cruzar por la porosa frontera antes de que la Guardia Nacional pueda controlarla.

¿Qué hará el Estado mexicano para conseguir darles vivienda, alimento, salud y educación a los refugiados? Se utilizará el dinero que se obtenga de la venta del lujoso avión presidencial (150 millones de dólares) y construyendo el muro de AMLO con 6 mil elementos de la Guardia Nacional.

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JJ/I