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De la nueva derecha a la extrema derecha

En las décadas de los 70 y 80 se observaron cambios significativos en la política y la sociedad en varias partes del mundo, en especial en Estados Unidos y Europa. Sus principales exponentes fueron Reagan, Thatcher, Kohl. Este fenómeno fue caracterizado por crisis económicas, reacción contra el liberalismo (las políticas de bienestar, la regulación gubernamental y el progresismo social), críticas al progresismo cultural; la consolidación del conservadurismo y rechazo del comunismo, entre otros.

Contra esta situación surgieron corrientes políticas, culturales y sociales que permitieron la aparición de la tercera ola democratizadora, como movimientos progresistas y de izquierda; feminismos y de LGBTQ+; defensores de los derechos de los inmigrantes; grupos medioambientales, antirracistas y transiciones a la democracia en diferentes contextos, países y regiones.

Sin embargo, a toda acción corresponde una reacción (tercera ley de Newton). En la actualidad se han acentuado las acciones contra-democráticas; han surgido movimientos populistas tanto de izquierda como de derecha en Europa y América Latina y pueden esquematizarse perfectamente. Partidos tradicionales han sido eclipsados ante el surgimiento de nuevos partidos y nuevos movimientos ante la desafección política y el desapego partidista.

Esta tendencia impulsó la aparición de los populismos extremos (tanto de izquierda como de derecha). Así, hemos visto la tendencia de los partidos de derecha europeos aumentar sistemáticamente sus porcentajes de representación, sumando así más parlamentarios y líderes extremistas: han aparecido en la escena electoral Donald Trump (Estados Unidos), Rodrigo Duterte (Filipinas), Victor Orban (Hungría), Narenda Modi (India), Andrzej Duda (Polonia) y movimientos y partidos como Matteo Salvini (Italia) y partidos True Finish (Finlandia), la Alternativa fur Deutschland (Alemania), Front Nacional (Francia) y Aurora Dorada (Grecia) y VOX (España). América Latina tiene los suyos: Jair Bolsonaro (Brasil), José Antonio Kast (Chile) y ahora Milei (Argentina).

Ronald Inglehart y Pippa Norris explican el fenómeno partir de lo que llamaron “cultural backlash” (reacción cultural “violenta”). Los académicos argumentan que esto se manifiesta en la transición de un conjunto de valores tradicionales hacia unos “posmaterialistas”, que incluyen un mayor énfasis en la autenticidad, la autonomía individual, y la igualdad de género. Esto ha generado una reacción entre quienes se sienten amenazados por esos cambios; esto es, como respuesta a la modernización cultural que ha desafiado las normas y prácticas tradicionales.

Estas transmutaciones se asocian con el surgimiento de líderes políticos autoritarios y movimientos populistas que explotan el malestar cultural para obtener apoyo político; suelen presentarse como defensores de los valores tradicionales y como críticos de las élites políticas. Se identifican porque exaltan el nacionalismo, la identidad y la soberanía nacional; tienen posturas antiimigrantes; adoptan estrategias populistas; perciben la globalización como amenazas a la soberanía nacional; favorecen políticas autoritarias; adoptan posturas conservadoras en temas culturales y sociales, entre otros. Que los argentinos hayan elegido a Javier Milei no debe llamar a sorpresa.

En este nuevo escenario político mundial se podría advertir un parto de los montes; esto es, nuevas propuestas alternas al liberalismo político; o bien pudiéramos hablar del advenimiento efectivo de la cuarta ola democratizadora como contraposición a los autoritarismos contemporáneos.

X: @Ismaelortizbarb

jl/I