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Fábrica de ignorancia

Robert Proctor coordinó el libro Agnotología. La creación y la destrucción de la ignorancia (2008), donde acuñó el concepto agnotología para designar el estudio de la ignorancia. El autor argumenta que la creación deliberada de la ignorancia es una estrategia para engañar o diseminar desinformación de manera intencionada, generalmente por intereses políticos, económicos o ideológicos. En este sentido, la ignorancia se convierte en un producto manufacturado deliberadamente.

Un ejemplo claro de esta maniobra está descrito en otro libro Mercaderes de la duda (2010), de Naomi Oreskes y Erik M. Conway. En él los autores exponen cómo un pequeño grupo de científicos con conexiones con la industria y el gobierno sembró dudas sobre temas científicos clave para influir en la opinión pública y retrasar regulaciones. En particular, revelaron que las tácticas de desinformación utilizadas para negar la relación entre el cigarro y el cáncer se replicaron en otros temas como el cambio climático, la lluvia ácida y el agujero en la capa de ozono. Además, argumentan que los científicos que se prestaron para esta propaganda no solo fueron impulsados por intereses económicos, sino también por ideologías políticas y desconfianza en la regulación gubernamental.

Por su parte, la eslovena Renata Salecl, en su libro Pasión por la ignorancia (2019), explora cómo y por qué las personas eligen ignorar ciertas verdades, incluso cuando la información está disponible. Salecl argumenta que la ignorancia no es simplemente la ausencia de conocimiento, sino una elección activa que puede estar motivada por el miedo, la comodidad o el deseo de evitar la ansiedad que trae la verdad. También sostiene que los líderes populistas usan la desinformación y el rechazo a los expertos para manipular a sus seguidores.

Recientemente se publicó el libro de Mark Lilla Ignorancia y felicidad: sobre querer no saber (2024), donde el autor argumenta que en la era de la información, la ignorancia no es simplemente la falta de conocimiento, sino una decisión consciente y, en algunos casos, una estrategia para mantener la comodidad psicológica y social. La búsqueda de la “felicidad ignorante” (bliss) puede llevar a las personas a rechazar hechos incómodos o complejos, lo que tiene implicaciones profundas para la democracia, la política y la cultura.

En el ámbito político y científico actual, México perdió la batalla ante Estados Unidos por el maíz transgénico mediante un fallo judicial en el marco del TMEC, lo que afecta la postura del país respecto a la importación del maíz modificado genéticamente. El panel de resolución de disputas determinó que el gobierno mexicano no logró demostrar científicamente que el maíz transgénico perjudique la salud humana.

No obstante, días atrás, el Senado aprobó un decreto que prohíbe el cultivo de maíz genéticamente modificado con argumentos ideológicos y culturales. El documento establece que el maíz transgénico “debe ser evaluado para quedar libre de amenazas para la bioseguridad, la salud y el patrimonio biocultural de México… y su soberanía alimentaria”. Esto indica que aún persisten dudas sobre los posibles riesgos, pues falta información científica sólida.

X: @Ismaelortizbarb

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