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Improvisación, ocurrencias y opacidad

Antes de asumir la Presidencia de la República, siendo presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) empezó con sus ocurrencias. Primero, organizó una “consulta popular” para preguntarle al “pueblo bueno” si quería que se siguiera construyendo el aeropuerto internacional de la Ciudad de México en Texcoco, donde solo participó menos de 1 por ciento del padrón electoral.

Este acto marcó el inicio de este sexenio y el resultado fue la construcción del primer elefante blanco: el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). La inversión inicial fue de 75 mil millones de pesos y terminó costando 23 por ciento más de lo presupuestado (además, se deberá incluir en el costo lo que salió cancelar lo ya construido y el pago a los compromisos cancelados)… y poco se usa.

La construcción de otro elefante blanco, la refinería de Dos Bocas, se proyectó con un costo en 8 mil millones de dólares en total: la cantidad ejercida a la fecha ha sido 2.6 veces superior al presupuesto original y lo que se acumule. Todavía se espera que se produzca el primer barril de gasolina (la promesa fue que a final del año esté produciendo 290 mil barriles del combustible).

Igual con la construcción del tren maya: se presupuestó en 7 mil 500 millones de dólares, pero se prevé que tendrá un costo de 28 mil 500 millones de dólares (y es casi seguro que se gaste aún más). También se le ocurrió construir una gran farmacia en la Ciudad de México para que ahí se concentre “toda la medicina de mundo”, prometida también para este diciembre. En todas esas obras se ha intentado ocultar la información con el pretexto de que eran de “seguridad nacional”.

La falta de programación, la constante improvisación y la profusión de ocurrencias han marcado el régimen de la 4T. Desde la elaboración del raquítico Plan Nacional de Desarrollo (PND) se incurrió en la falta de participación ciudadana; se enfocó en proyectos de infraestructura; en el impacto ambiental; la falta de claridad en los objetivos; y no abordó de forma eficiente el combate a la desigualdad social.

Al cúmulo de errores en el manejo de la devastación del huracán Otis: la previsión y lentitud para tomar medidas precisas para mitigar la desolación dejada por el meteoro, así como la eliminación del Fonden, ahora a AMLO se le ocurrió que los 15 mil millones de pesos de los 13 fideicomisos eliminados por los diputados de Morena al Poder Judicial Federal (PJF), se destinen a la reconstrucción de Acapulco.

AMLO olvidó varias consideraciones: primero, el monto no pertenece ni a la Suprema Corte de Justicia ni al Ejecutivo: de acuerdo con el transitorio quinto del decreto que extingue los fideicomisos: “Los recursos… se destinarán… a los programas que permitan cumplir con el Plan Nacional de Desarrollo”; segundo, un juez ya ordenó suspender temporalmente dicho decreto; por lo tanto, no se podrán tocar esos recursos hasta que se decida su suspensión definitiva; y, tercero, la ministra Piña no aceptó la propuesta de AMLO: en el párrafo tercero del oficio lo dice muy claro, que el Poder Judicial federal “está obligado a garantizar los derechos de todos los integrantes” de esa institución.

Algo similar ocurrió cuando el fiscal general, Gertz Manero, entregó a AMLO un cheque por 2 mil millones de pesos, que pasó al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep) y devuelto a la Fiscalía General dado que no existía sustento legal, por lo que a la fecha no se sabe dónde quedaron esos recursos.

En fin, si por algo se va a recordar el sexenio de la 4T de AMLO es por la improvisación, las ocurrencias y la opacidad en la tarea de gobernar.

X: @Ismaelortizbarb

GR