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Pacto para cambiar la asesina economía actual

Cada año, en la tercera semana de enero, la crema y la nata de las élites del planeta se reúnen en Davos, en el Foro Económico Mundial, un pueblito turístico con deportes de invierno. El ingreso con alojamiento cuesta desde 1.5 millones, el boleto hasta los 9 millones con acceso a los eventos, cenas, cocteles y entrevistas con los empresarios y políticos más selectos. 

De los asistentes, 50 son jefes de Estado, y unos mil 700 son empresarios de los grandes consorcios mundiales. Se llevan a cabo talleres, sesiones, encuentros y presentaciones sobre los temas de mayor relevancia para el planeta. 

Se invita a los más destacados representantes del pensamiento crítico e intelectual. Sobre todo, a aquellos cuyo mensaje ha logrado impactar en la cultura, los medios de comunicación y los movimientos sociales, y son los que realmente confrontan con mayor dureza la situación y el rumbo del planeta. 

Este año el cambio climático fue uno de los temas más discutidos. El Reporte de Riesgos Globales apunta que los mayores riesgos en los próximos 10 años son los climas extremos, los desastres naturales y la pérdida de biodiversidad. 

La joven de 17 años Greta Thunberg se ha convertido en la voz e imagen de la preocupación de los jóvenes, por el mundo caótico que los mayores les van a heredar. El llamado de Greta es eliminar de inmediato todos los subsidios al uso de combustibles fósiles, carbón y petróleo, y a desinvertir en las empresas con esas actividades. 

Se debatió firmemente la idea de que en lugar de medir la generación y la acumulación de dinero, PIB, se mida la calidad de vida. Lo que se está pidiendo es que se añadan las variables que tienen que ver con las personas: la vivienda, el entorno de la comunidad, la calidad de la educación, el medio ambiente, el compromiso cívico, la salud, la satisfacción ante la vida, la seguridad, el balance entre vida y trabajo. 

La reflexión es importante, porque si sólo se mide el dinero y el éxito comercial, la obsesión será producirlo, acumularlo y acapararlo a cualquier costo; mientras que si se evalúan las condiciones en las que realmente vive la gente, la prioridad estará en las personas y ya nadie pondrá en duda que la igualdad y el bienestar colectivo importan más que la riqueza total, ni que el ambiente protegido y socialmente armonioso importa más que la producción obsesiva. 

Pasar del capitalismo de accionistas, en el que lo único que importa es maximizar las ganancias de los propietarios, a otro capitalismo en el que las empresas toman en cuenta a todos los interesados: empleados, clientes, las comunidades en que operan y a la humanidad. 

En este contexto, el papa Francisco convocó a jóvenes empresarios y estudiantes de economía de todo el mundo a un encuentro en Asís del 26 al 28 de marzo de 2020 para idear juntos un cambio en el modelo socioeconómico actual. Este encuentro lleva por título Economy of Francesco, en alusión al santo de Asís. 

El objetivo es idear un modelo económico “diferente, que hace vivir y no asesina, incluye y no excluye, humaniza y no deshumaniza, cuida de la creación y no depreda”, un pacto para cambiar la economía actual. 

Confía en que las universidades, empresas y organizaciones son canteras de esperanza para construir otros modos de entender la economía y el progreso, para combatir la cultura del descarte, para dar voz a quien no la tiene, para proponer nuevos estilos de vida, para cultivar juntos el sueño de un nuevo humanismo. 

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