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Una pandemia sin especialistas en comunicación para la salud 

La pandemia mundial del Covid-19 sacude todo. Desde a las personas en lo individual hasta la economía de los países, a las diferentes religiones, los sistemas de salud, la psicología clínica, los programas asistenciales, la convivencia social, el desarrollo de la ciencia y a los medios informativos, entre otros posibles ejemplos. Nada se escapa a la ola expansiva de una enfermedad que deja su rastro en enfermos y muertos. Uno de sus numerosos efectos es que en México evidencia la carencia de especialistas en comunicación para la salud. 

En nuestro país la formación de comunicadores y comunicólogos va por un lado y la salud, por otro. La crisis del Covid-19 muestra ese alejamiento. Las universidades públicas y privadas no han tenido interés en preparar a profesionales de esta disciplina. Cientos de universidades tienen licenciaturas en Ciencias de la Comunicación, Comunicación o Ciencias y Técnicas de la Comunicación, de donde en la mayoría egresan jóvenes con conocimientos generalistas de publicidad, periodismo, medios audiovisuales o redes sociales. O bien, vinculan la comunicación con mercadotecnia, medios digitales, relaciones públicas, gestión cultural, corporativa e incluso en educación y comunicación humana, según se observa en una revisión de los anuarios estadísticos de Educación Superior de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), del ciclo escolar 2018-2019. Lo que más se acerca a una comunicación para la salud son las pocas licenciaturas y maestrías en educación para la salud. 

A la comunicación se le ha acotado en pocas áreas y objetos de estudio, y tiene un exceso de estudiantes y egresados con un mercado de trabajo reducido. Sin embargo, la comunicación posee un potencial enorme. Y más en el amplio campo de la salud. Diseñar estrategias de comunicación que mejoren la salud pública; que prevengan, motiven y promuevan mejores prácticas de salud en la población y las instituciones; que respalden políticas públicas del sector salud; que investiguen y apliquen técnicas para informar de manera eficiente a las comunidades; que mejoren la comunicación de médicos y pacientes, y aprovechen el uso de las nuevas tecnologías y medios de comunicación podrían ser parte de sus objetivos. 

Es una especialidad que requiere el trabajo interdisciplinario de médicos, psicólogos, educadores, antropólogos y sociólogos, entre otros. Se trata de que el conocimiento científico en salud sea comunicado de forma digerible para la población mexicana. El desconocimiento de mejores prácticas de salud de nueva cuenta sale a relucir, ahora con la pandemia, al colocar como más vulnerables a quienes padecen hipertensión, diabetes, obesidad, enfermedades en el pulmón, VIH y otros males. 

¿Cuántas muertes pudieron prevenirse si México contara con profesionales de la comunicación para la salud como aliados del sistema de salud nacional? ¿Qué resultados se podrían haber obtenido con investigaciones en esta área que permitieran programas e intervenciones de comunicación con alto impacto social? Sin embargo, no solo es problema de las universidades; también es de las instituciones de salud públicas y privadas que desconocen o poco promueven la comunicación para la salud. En el mejor de los casos dejan en manos de comunicadores sociales lo que requiere una especialización. Va más allá de generar boletines de prensa o diseñar campañas de vacunación, o de ofrecer algunos cursos, charlas o talleres sobre el tema. 

La comunicación para la salud es objeto de estudio y formación académica en otros países. Es un campo de oportunidad en México. Sin salud, un país se viene abajo. 

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