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Hacia la nueva normalidad

Al despertar a un nuevo sol 

vuelvo a nacer, vuelvo al amor. 

Puedo mostrar mi corazón 

puedo cantar este dolor... 

Puedo decir al despertar 

que el mundo es luz y obscuridad. 

P. Carvajal y M. Sosa. 

 

Inicia junio y con el sexto mes, nuestra vuelta a las actividades fuera del confinamiento. El Covid-19 está en el aire, en nuestra realidad cotidiana y tendremos que aprender a convivir con él, a mantener los cuidados necesarios para volver a los centros de trabajo, realizar actividades fuera de casa que requerimos para volver a vivir, pero sin relajar los cuidados hacia nosotros mismos y hacia los demás. No hacerlo con responsabilidad puede tener graves consecuencias que van desde un repunte de los contagios, la saturación de la infraestructura médica disponible para hacer frente al virus y el incremento de fallecimientos. 

Ya desde mediados de la semana pasada, las autoridades locales registraron mayor movilidad en las calles; es lógico que queramos salir de nuestro encierro necesario, pero hacerlo todos juntos y sin control puede hacernos más vulnerables, así que, aunque nos cueste, todos debemos contribuir a no saturar los espacios públicos, plazas, parques y lugares de esparcimiento. 

Volver a hacer lo mismo que antes nos llevaría a repetir los mismos errores y a mostrar que poco hemos aprendido recién pasada la crisis sanitaria. Por ejemplo, en el ámbito laboral, es claro que no podemos detener las actividades productivas, pero autoridades y empresarios han de pensar en esquemas de trabajo escalonados. Lo que se traduciría en que no todos debemos entrar a las ocho de la mañana a trabajar y que unas líneas de producción o áreas de servicio pueden iniciar antes y otras a la hora o a las dos horas, lo que implicaría un escalonamiento también en la salida. Así también, no saturaríamos el tráfico o el uso del transporte público en las mismas horas pico. En consecuencia, contaminaríamos menos y facilitaríamos los espacios con un mínimo de distanciamiento en el transporte. 

En casa, hemos aprendido a revalorar el cuidado de las personas, empezando por los niños, los abuelitos y personas más vulnerables. A facilitar condiciones de salud e higiene que entre familia debemos cuidar y preservar. Ahora la responsabilidad se hace extensiva y es necesario que todos pensemos en cuidar la salud de nuestros vecinos, de las personas con las que interactuamos: de aquellos con los que nos vamos a topar en las calles y con los que debemos cooperar en nuestros trabajos. Tendremos más tiempo para preparar las mejores condiciones de interacción en las escuelas y en los lugares cerrados de esparcimiento. 

Los gobiernos estatales y municipales deben asumir su responsabilidad en el sentido de que, en este momento crítico, el criterio central es preservar la vida de las personas, no estar peleando con el gobierno federal. Y si hay que reivindicar la autonomía local, eso debe demostrarse en las acciones de gobierno consecuentes y coordinadas, encaminadas a mejorar las condiciones de salud y vida de todos los que estamos a cargo de esas autoridades. Lógicamente un presidente municipal puede actuar con autonomía y considerando la problemática de su municipio, pero ha de acatar ciertas directrices generales que contribuyan a asegurar el bienestar de la mayoría. 

Para todos, gobierno y sociedad, llegó la hora de la verdad, del actuar con cuidado y siguiendo las pautas para cuidar nuestra salud y una sana convivencia, sólo así podremos asumir el reto que tenemos con nuevos ojos y nuevas actitudes. 

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jl/I