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Un vistazo al futuro de la política

Hace justo una semana participé en una mesa redonda organizada por el Centro de Futuros del Tec de Monterrey con el objetivo de formular escenarios políticos, económicos y sociales a los que podría enfrentarse México en la próxima década.  

El centro es liderado por Ignacio Tovar, quien me invitó porque ya somos viejos compañeros de exploraciones de futuros y compartí la mesa con Israel Sifri, Odracir Barquera, Raudel Ávila y Roger Aleph, todos con mucha experiencia ejerciendo y analizando la política en nuestro país. La mesa fue moderada por Ana Cristina Tovar, quien hizo un gran trabajo provocando a todos los participantes a aportar a lo que resultó una conversación muy interesante. 

Todos en la mesa estuvimos más o menos de acuerdo en el futuro próximo para la política mexicana. Habrá una continuación de la agenda populista de la 4T que incrementará la polarización en el país y que avanzará sin resistencia por la falta de alternativas fuertes en el discurso político. No se ven en el horizonte liderazgos nuevos que puedan alzar la voz desde partidos recién creados o partidos viejos rehabilitados. 

Mi aportación a la mesa fue enmarcar el futuro de México en dos procesos más grandes y largos. El que ocurre en el teatro planetario en donde las fuerzas naturales reaccionan a la disrupción humana y el que ocurre en el teatro civilizatorio en donde se libra una batalla de ideas sobre cuál es el mejor modelo para gobernar y administrar un mundo más integrado y complejo. 

En estos dos teatros interconectados veo que pueden darse escenarios en dos direcciones muy distintas. Unos menos deseables en los que predominen los gobiernos populistas, nacionalistas y autoritarios, se reduzca la colaboración internacional y no podamos adaptarnos a las consecuencias del cambio climático (imagínense el impacto de la pandemia multiplicado por 10 o más). Esto nos llevaría a un estancamiento del progreso humano de décadas o siglos. 

El segundo tipo de escenarios más deseables implica que los países sacrifiquen algo de soberanía en favor de estructuras globales de gobierno que permitan coordinar los retos complejos a los que nos enfrentamos este siglo. Esto llevaría a que los gobiernos nacionales vayan perdiendo relevancia gradualmente y el mundo se gobierne con una combinación de estrategia global y ejecución local. 

Lamentablemente en México se está avanzando más hacia el primer escenario. Nos estamos aislando del mundo, estamos retrocediendo en nuestro modelo energético, el gobierno electo tiene tendencias autoritarias y predomina una narrativa política polarizadora que impide conversaciones constructivas sobre el futuro. 

Lo mismo está ocurriendo en Estados Unidos que esta semana está implosionando socialmente y la manera en que reaccione la administración de Trump (y lo dejen reaccionar los gobiernos estatales y los demás poderes federales) determinará qué tanto avanza más nuestro vecino del norte en ese primer escenario. 

En contraste con lo que pasa en México y Estados Unidos, está lo que pasa en Europa. En un discurso dado junto a Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel declaró que “el Estado nación no tiene futuro por sí solo” para después anunciar que se crearía un fondo de recuperación de 500 mil millones de euros por Covid-19 en lo que resulta uno de los pasos más audaces de integración europea en la historia reciente.  

Nuestra conversación de la semana pasada cerró con la pregunta de qué tendría que pasar para redirigir la narrativa política mexicana hacia escenarios más positivos. Todos coincidimos en que urge dinamizar la arena política en nuestro país con nuevos liderazgos, renovación de partidos y narrativas que conecten con la gente y logren explicar de forma sencilla los retos complejos a los que nos enfrentamos. 

La fallida estrategia del gobierno frente al Covid-19 agotará la confianza de mucha gente que estará abierta a escuchar a quienes estén listos para proponer algo diferente. 

Twitter: @ortegarance

jl/I