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Sin dinero para 2022

Morena fue el gran ganador de las elecciones en los estados, arrasando con 11 de las 15 gubernaturas en juego, lo que le garantiza el control político de dichos territorios así como el acceso a los presupuestos estatales. 

Morena tiene ahora un número muy importante de gobernadores, los que ya podrán considerarse como figuras principales entre los cuadros del partido. 

Al mismo tiempo, les abre a sus nuevos gobernadores el frente de tener que responder a las necesidades sociales que permitieron sus victorias. Ahora no sólo controlan todo el gobierno federal, sino muchos de los gobiernos de los estados. Y los ciudadanos tendrán todo el derecho de demandar soluciones a los problemas locales. 

Al tomar posesión descubrirán que no hay dinero disponible para llevar sus programas de gobierno. Que las participaciones federales no aumentarán y que las finanzas estatales lucen más tristes que nunca frente al enorme grupo de promesas que habrán ofrecido a los votantes. 

Se estima que para 2022 los ingresos para los estados apenas crecerán 4 por ciento. Menos que la inflación esperada. 

Muchos de estos nuevos gobernadores se sentirán presionados por conseguir recursos frescos que les permitan mostrar que sus gobiernos “son diferentes”. Cuando en realidad estarán administrando las mismas arcas vacías que manejaron sus antecesores. 

Esa lucha sorda se verá durante las siguientes semanas con la negociación del presupuesto federal para 2022. Los presidentes municipales, gobernadores y legisladores intentarán presionar a Hacienda para que les garantice los recursos necesarios. Y otra vez se estrellarán contra la pared, porque el presupuesto para 2022 será de los más austeros de la historia moderna de México. Las necesidades no disminuyen y no hay dinero que alcance. 

Mucha de esta precariedad se debe a que el presidente López Obrador renunció a la posibilidad de impulsar una verdadera reforma fiscal que hubiera elevado la recaudación y le hubiera otorgado la viabilidad suficiente para ejercer un gobierno con capacidad de gasto. Y todo porque el presidente creía, o al menos así lo expresaba públicamente, que no era necesario cobrar más impuestos, ya que “con el solo combate a la corrupción” sobrarían 500 mil millones de pesos del presupuesto, listos para ser usados en programas sociales. 

Evidentemente eso no fue así y nunca pudo sacar, ni de cerca, ese medio billón. 

En concreto, el presidente López Obrador ha renunciado a darle a su gobierno la viabilidad financiera necesaria para sortear los compromisos financieros del cierre de su gobierno. 

El presidente pierde poder, presionado por impulsar a su candidata Sheinbaum a las elecciones de 2024, con la presión creciente de los nuevos gobiernos estatales de Morena, urgidos en obtener dinero para “hacer la diferencia” y con una limitación creciente en los recursos disponibles. 

Auguran un 2022 y un cierre de sexenio mucho más explosivo de lo esperado. 

Twitter: @Israel_Macias

jl/I