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Regañera vs. mañanera

Había una vez que un político ambicioso e impulsivo pretendía entrar a las Grandes Ligas. Su intuición lo llevaba desde una curul en un congreso local hasta una aspiración presidencial –en medio fue alcalde de dos municipios y gobernador–. Admiraba, pero también reprochaba la manera en que su mesiánico mentor y ahora rival lograba monopolizar la agenda pública. 

Este suspirante de escuela ciudadana (que nació en cuna poderosa) anduvo de partido en partido hasta que logró asentarse junto con su círculo en Jalisco. 

Embravecido por los resultados electorales de las intermedias, juntó a su crew de hípsters “buena ondita” y jóvenes Gen X (adoradores del capital) para picharles la idea de institucionalizar una rueda de prensa. 

Antes, su venerado colega que despachaba desde el Palacio, logró gracias a una campaña de casi dos décadas encumbrarse. Desarrolló una gran base social basada en las dádivas que con los impuestos de la grey otorgaba mensualmente a toda aquella minoría que la quisiera. 

El de Macuspana elaboró una estrategia en sus “benditas redes sociales” y en medios de comunicación –principalmente digitales– para arroparlo y defenderlo ante una insinuación crítica. En paralelo, denostaba sistemáticamente a los académicos, opinadores o periodistas que no lo adoraban. 

Desde su aposento de virrey naranja, el impertinente gobernador envidiaba esa relación tensa pero funcional. 

Entonces inició su propia conferencia. Claro, los estilos se impusieron. Un presidente que se repite una y otra vez hasta la ansiedad versus un gobernador que se siente cómodo con los ataques verbales a los que ejercen el derecho de diferir. 

A ambos los reúne un metadiscurso: construir una verdad ficcional o posverdad. Sin embargo, de vez en cuando, mienten de manera flagrante. A cuenta de talonario en medios sociodigitales y flanqueados con su ejército de bots, fueron torciendo la realidad hasta que cada uno se nubló. Abrazaron el populismo como bandera. 

Cuando existe alguna falla o evento catastrófico, ambos acuden a culpar al pasado. Los errores se les escurren y son incapaces de aceptarlos. Estos dos seres suelen congraciarse en una frase: “contra los que quieren que le vaya mal a”… México o Jalisco, según el caso. 

Así, separan a sus fans de los que ellos creen, imaginan o efectivamente son sus opositores. Construyen una dialéctica hablándole exclusivamente a su base electoral (Alfaro logró conservar su mayoría legislativa apelando al irracional voto útil contra las políticas de AMLO). 

Este es un relato con datos. El analista Luis Estrada, director del taller de comunicación política Spin, ha seguido cada una de las 684 mañaneras hasta el 31 de agosto pasado. Documentó que Andrés Manuel López Obrador ha dicho 89 afirmaciones falsas o engañosas por conferencia, en promedio. Enrique Peña Nieto ha sido nombrado en 279 ocasiones. Sus amores están claros: en la mañanera han asistido 298 veces los titulares de la Sedena y Semar. Mientras que la encargada de Derechos Humanos, una. 

El cuento no termina bien para nadie. Reforma, El Universal y El Financiero (socio estratégico de NTR) han sido increpados 590 veces (según Signos Vitales). 

Las regañeras de Enrique Alfaro Ramírez son, como reza esta fábula, muy recientes –iniciaron en julio de 2021–. Pero su diálogo con la prensa ha sido constante. 

El periodista Jonathan Ávila ha documentado las confrontaciones que ha tenido Alfaro con la prensa. “De 2009 a lo que va de 2021 (publicó tal afirmación el 4 de agosto en ZonaDocs) se registran alrededor de 36 agresiones contra medios de comunicación y periodistas”. Seis de cada 10 embestidas han sido durante su etapa como gobernador. 

Moraleja: Aquí no hay príncipes ni héroes que salven al indefenso. Este cuento tiene sólo dos ogros que chocan por su simetría y cerrazón. 

Twitter: @cabanillas75

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