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Ómicron, principio del final

El regreso a clases presenciales no ha traído sorpresas, pues era de esperarse que miles de contagios entre estudiantes y maestros causara un errático proceso con poca asistencia en las aulas que, según cálculos, debe ser de 40 por ciento aproximadamente y más de 50 por ciento de los grupos por escuela de manera virtual por contagios entre estudiantes y maestros. 

Así que debemos tener realmente a 25 por ciento de la población estudiantil en condiciones de aprendizaje. 

Mientras los niños y los jóvenes no se vacunen en este país, el ausentismo se seguirá incrementando peligrosamente. 

Afortunadamente, el sistema inmunológico de los menores de edad y de los jóvenes es más fuerte, y ello permite al menos hasta ahora una mortalidad baja, mismo caso que maestros contagiados, pero que al menos la primera vacuna los ha protegido, presentando síntomas leves y pronta recuperación. 

En Europa y Estados Unidos se cree que, de no presentarse nuevas variables o cambios de dirección de la pandemia, ómicron puede significar el principio del fin, ya que se conseguirá la inmunidad de rebaño, tan esperada. Por lo pronto los maestros han tenido que enfrentar un verdadero torbellino durante enero, ya que por un lado las autoridades les exigen el cumplimiento presencial y virtual de sus labores. La imposibilidad de hacerlo en la mayoría de los casos trae reproches y enojo de padres de familia. Maestros trabajando, quienes pueden con grupos incompletos y alumnos fantasmas que no aparecen, ya sea por irresponsabilidad o por incapacidad para obtener gadgets y planes de Internet amplios. 

Si ya México ocupaba los últimos lugares en la educación mundial, los efectos negativos de los siguientes años serán lamentables, por lo que productividad se verá afectada, lo mismo que la seguridad, el empleo y otros factores relacionados. 

El problema aquí descrito lo mismo está afectando a la escuela privada que a la escuela pública. Los especialistas mencionan que la curva de contagio descenderá a partir de febrero y que, con ello, aumentará la presencialidad y la estabilidad en las escuelas. 

El veneno ya está infiltrado en nuestro sistema educativo y nuestras autoridades ya debieran estar pensando en la manera como se logrará recuperar los dos ciclos escolares que han sido afectados dramáticamente. Grandes presupuestos debieran estarse destinando para extender la educación digital, para contratar más y mejores docentes, para incrementar la práctica de la tecnología y la ciencia, para enseñar idiomas y muchos otros renglones que ya de por sí estaban descuidados en la educación de nuestros hijos. 

jl/I