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Los golpes contra la realidad

El principal enemigo del actual gobierno estatal ha sido la realidad. Dejar la comodidad de un escritorio desde donde se planea, se diseñan renders y se toman decisiones sin salir a la calle ha costado que muchos de los compromisos que han asumido no avancen o fracasen. A la lista de temas como el saneamiento del río Santiago, el abasto de agua para la zona metropolitana, el manejo de la basura, el reordenamiento del transporte, la crisis forense, las desapariciones y la refundación hay que sumar la más reciente: la verificación vehicular. 

Es irónico que el reconocimiento que se pueda hacer a las autoridades sea la suspensión de las infracciones a partir de julio. Sí, es una decisión a favor de los ciudadanos, pero que tiene como fondo las graves fallas en la implementación del programa. 

La sustentabilidad en la movilidad del Área Metropolitana de Guadalajara es urgente. Nadie podría estar en contra de ello. Por eso, entre las medidas que deben tomarse están el control de emisiones de los automóviles y el pago de impuestos por contaminar. El punto es cómo hacer para que no se vea como un negocio desde el gobierno y, especialmente, para que no se convierta en una medida contra quienes menos recursos tienen. 

Desde que comenzó a funcionar el programa de verificación responsable, lo que hemos conocido del mismo han sido los retrasos, las fallas y, lo que más ha molestado, su carácter sancionatorio para propietarios de vehículos de modelos más viejos, pues hay que pagar por una cita y cuando el automotor no pasa, no hay información suficiente que permita al ciudadano hacer las correcciones a su automóvil para intentarlo con mejor fortuna. 

Es cierto que el programa anterior había fracasado, especialmente por la corrupción. Todos sabemos que los hologramas se conseguían en cualquier taller acreditado simplemente pagando una cantidad. Por ello era muy importante que el programa que lo supliera no tuviera margen para los errores. 

El secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial, Sergio Graf Montero, ha expresado las bondades de este programa, entre las que ha destacado la posibilidad de tener un diagnóstico claro de los vehículos que contaminan y así disponer de información para tomar decisiones que permitan mejorar la calidad del aire que respiramos. 

Hasta ahí todo parece favorable. Pero ¿qué pasa con los automóviles que no pueden pasar la verificación? En Jalisco es impensable un programa de chatarrización, es decir, que permita que aquellos vehículos de modelos más antiguos que contaminan más sean sustituidos por nuevos. Eso sería lo ideal, pero las condiciones económicas de las familias lo hacen impensable. 

A esto hay que sumar la crisis de movilidad que vive la ciudad. Recientemente El Diario NTR Guadalajara publicó una actualización de los datos de vehículos que circulan en la Zona Metropolitana de Guadalajara, es decir, en la capital del estado, Zapopan, San Pedro Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco de Zúñiga. Los números son contundentes: hace 20 años había cuatro personas por cada auto, actualmente solo dos. Es decir, el número de automotores circulando por calles y avenidas ha crecido el doble que la población. 

Las razones que exponen los expertos son distintas: una ciudad mal planeada y desigual, que ha obligado a los más pobres a trasladarse a la periferia o fuera del Periférico; erróneas políticas para impulsar el transporte no motorizado; la falta de soluciones integrales en el transporte público y el aumento en las tarifas del mismo, y la inseguridad. Ante este panorama, cualquier persona que logra algunos ahorros lo primero que hace es comprarse un carro, sin importar su estado o modelo. Y no podemos culparlas. 

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