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Cuba y sus contradicciones

Hace unos meses caminaba por las calles de La Habana Vieja y me sorprendió la oscuridad de sus calles. El alumbrado público estaba apagado y cientos de turistas caminaban intentando llegar a los bares, los cafés o los restaurantes.

Esas oscuras noches son las mismas que han enmarcado las protestas en Santiago y en La Habana. La falta de luz eléctrica en las calles de la zona turística más importante de una ciudad que depende de los ingresos turísticos es solo una muestra más de la crisis que vive la isla.

Pero, a diferencia de nuestro país, caminar por las oscuras calles de La Habana Vieja no provoca miedo. Es verdaderamente difícil ser víctima de un robo. En el reparto (colonia) donde vive mi familia nos advertían que habría que tener cuidado por la noche porque unos meses atrás se había registrado un asalto. Un asalto solamente en todos los años que ellos tienen viviendo ahí. Si eres mexicano, el dato te da ternura.

Pienso en el tema de la seguridad solo como una de las muchas contradicciones de Cuba, un país que desde fuera se ve blanco o negro, sin matices.

Es cierto que la situación en la isla es la peor, tal vez incluso que en el llamado periodo especial, después de la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La prueba es que se calcula que el éxodo de cubanos ha sido superior que el de los balseros o el de El Mariel.

Uno de los gritos en las protestas de las últimas horas es el reclamo de libertad. Pero, a diferencia de lo que creemos muchos de los que vemos desde fuera, ese reclamo tiene más qué ver con libertades de la vida cotidiana que con salir del país.

Es cierto que la falta de oportunidades y la crisis económica han llevado a miles de cubanos a dejar la isla. Pero también están los que no quieren irse y los que no pueden. Y cuando digo no pueden no es porque alguien se los impida. Un cubano tiene las mismas posibilidades de salir del país que cualquier mexicano al que le diríamos: mañana vete a Estados Unidos. Para eso necesita visa y un boleto de avión. Quien no puede tramitarla y no tiene dinero para el traslado deberá hacerlo igual que cualquier cubano que vemos en proceso de migración sin documentos.

Hay países que no piden visa y estos se han convertido en el puente para los cubanos rumbo a Estados Unidos. Claro, para los que pueden pagarse el avión.

Entre las familias que se quedan, el problema es más grave: la escasez de comida, de medicamentos, de combustible, porque un buen salario es el equivalente a unos 25 dólares al mes. Así que solo pueden salir adelante quienes tienen acceso a dólares, vía turismo o remesas.

Pero hay otra contradicción, pues al permitirse también los negocios privados cada vez hay más familias que tienen ingresos superiores a los de cualquier trabajo.

En general, explicar cómo es la vida en Cuba no es sencillo. Porque además no debemos perder de vista que hablamos de América Latina, donde la economía de la mayoría de las familias es mala y la isla no es la excepción.

¿Cuál es la solución? Responder sería irresponsable. Un cambio de régimen, para muchos, pero también hay que recordar que el problema de ese país no es solo político y las respuestas simplistas son casi tan graves como la falta de libertades que hay en la isla.

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jl/I