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No nos convertimos en Venezuela

En tanto la opinión pública y las hordas digitales en México se enfrascan en una nueva batalla y se rasgan las vestiduras –como de costumbre– a propósito de la reforma electoral que impulsa Andrés Manuel López Obrador, y que pretenden detener PRI, PAN, MC y el casi extinto PRD, nuestra economía sigue mostrando señales de recuperación y una clara tendencia a la estabilidad.

Así de entrada, parece que un tema no tiene relación con el otro, pero si repasamos la narrativa de la oposición desde que inició el actual sexenio comprobaremos que lo electoral y lo económico son dos engranes fundamentales de la maquinaria crítica hacia el régimen de la 4T. Recordemos que, durante los primeros meses de 2019, los agoreros del caos nos advertían que México estaba destinado a convertirse, irremediablemente, en una nueva Venezuela, tanto en los ámbitos político como en el económico. El dictador estaría preparando el terreno para perpetuarse en el poder, apresurar la estatización de la economía y transformar al país en una célula comunista.

Muchas y muchos analistas apostaron, y lo siguen haciendo, por el desplome de las inversiones y los empleos a estas alturas del sexenio. Los argumentos han sido los mismos desde que López Obrador asumió el poder: vendrá una gran recesión, una fuerte devaluación del peso, una caída en los precios internacionales del petróleo y una hiperinflación. Nada de esto ha ocurrido aún.

Incluso, en plena pandemia, algunos líderes de la iniciativa privada aconsejaban y exigían a López Obrador optar por endeudar al país para sortear los estragos que la pandemia de Covid-19 traería consigo, sin embargo, los números le han dado la razón a la “terquedad” del presidente. De acuerdo con los últimos datos publicados por el Inegi, la economía de México se expandió entre julio y septiembre de 2022 por cuarto trimestre consecutivo, superando las expectativas de todos los especialistas.

Por su parte, los mismos organismos públicos y privados que situaban a la economía mexicana en un crecimiento cercano a 0.7 por ciento, hoy dan por válida la información que nos coloca en 1 por ciento, una cifra que supera a la registrada en el segundo trimestre de 2022. De esta forma, el producto interno bruto (PIB) del país estaría creciendo en 4.2 por ciento respecto al mismo periodo de 2021, el mayor incremento anual desde el tercer trimestre de 2010.

Más allá de la retórica de sus detractores, López Obrador ha tenido un cuidado neoliberal en el manejo de las finanzas públicas, la deuda pública y las relaciones internacionales, elementos que han posibilitado la llegada de capitales e inversiones extranjeras.  Sumado a esto, hay que decirlo, su gobierno ha beneficiado de forma directa a millones de adultos mayores, jóvenes y mujeres que hoy reciben beneficios económicos de forma directa.

Por lo que se ve, México seguirá sorprendiendo al mundo si mantiene la disciplina de sus finanzas públicas y la capacidad para captar capitales y transferencia de producción de grandes empresas. En pocas palabras, nuestro país tiene muchos y graves problemas, pero la economía no ha sido la piedra en el zapato de este gobierno, a pesar de una terrible pandemia de dos años, esa que las y los opositores y haters del presidente prefieren omitir cuando se trata de hablar de expectativas económicas.

La buena noticia, para todas y todos, es que sí hay crecimiento, el empleo va para arriba, no se contrató deuda, el peso sigue sorprendentemente estable, miles de hogares reciben recursos de forma regular y, lo mejor de todo, es que aún no nos hemos convertido en Venezuela.

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