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La tentación de la fantasía

Las personas escépticas de la pandemia por coronavirus Covid-19 ponen en duda que constituya un riesgo para su salud o la de sus familias, pero al menos tendrían que considerar el riesgo de todo lo que provocará en México inminentemente. Podría tener incluso consecuencias militares. 

En cuanto al primer aspecto, posiblemente sea útil dimensionar la catástrofe con nociones locales. 

Hasta ayer por la tarde la cantidad de personas contagiadas con coronavirus en el mundo era de más de 718 mil casos confirmados y había superado ya la población total de San Pedro Tlaquepaque, estimada en 708 mil habitantes en 2020 según las proyecciones dadas a conocer por el Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) de Jalisco. 

La cantidad de personas fallecidas con Covid-19 superaba las 34 mil en todos los países hasta este domingo, cantidad similar al total de personas que murieron asesinadas en México en todo 2019. Fueron 34 mil 608 víctimas de homicidio doloso y mil 12 de feminicidio. 

Irán era el cuarto país con mayor cantidad de decesos de personas contagiadas con el virus, con 2 mil 640 fallecidos, cantidad similar al total de víctimas de asesinato en Jalisco en 2019, que fue de 2 mil 728 personas. 

No se trata de un virus doméstico. Su dispersión internacional fue en principio a través de vuelos, un medio de transporte que no nos es accesible cotidianamente a algunos sectores de la población y que, por tanto, ha propiciado el contagio primero entre personas de clase socioeconómica alta. Algunos se han jactado de que es una enfermedad que aqueja a los ricos, incluso algunos políticos lo han planteado de manera demagoga, a la par que proponen absurdas nociones de una superioridad genética de la dudosa raza de bronce. 

Lo que parecía broma de ir a embriagarse a la playa para contrarrestar el virus con alcohol y calor se convirtió en un acto de irresponsabilidad de muchas personas que tomaron los días de resguardo voluntario en casa como una oportunidad para vacacionar. Y no sólo fueron personas pudientes. 

El mito de que permanecer en casa es un privilegio se ha romantizado por parte de algunos partidistas de las clases menos acomodadas, pero el resguardo no se refiere a un confinamiento a ultranza. Es una sugerencia que, tomada con responsabilidad, podría haber marcado la diferencia entre una saturación de los servicios de salud y una atención acorde a la cantidad de personas que requieran hospitalización. 

Aunque uno se expone al viajar en camión, es posible tener sumo cuidado para trasladarse a laborar en el transporte público y de vuelta al hogar y no salir más. Permanecer ahí, lejos de la tentación de salir con la familia, los amigos, acudir a reuniones religiosas o políticas. Fantasías. Y, sin embargo, los medios de comunicación han dado cuenta de cómo las calles parecen tener la afluencia típica de un domingo cualquiera. 

La intervención militar está a un paso de llegar. Y todos los peligros que ella conlleva. Guatemala, país vecino de México, ha implementado ya el toque de queda obligatorio. El contagio en ese pueblo ha permanecido contenido con la restricción de movilidad y es algo que puede ocurrir en México, cuando la situación se salga de control para el gobierno federal. Otros países lo han hecho y no es cosa de juego ni de opinión, los gobernantes están facultados para recurrir a ese tipo de medidas extremas y sus consecuencias pueden ser caóticas, dadas las condiciones de suspender derechos fundamentales de una sociedad democrática. 

Todavía tenemos oportunidad de aprender de lo que está ocurriendo en otros lugares del mundo y es la última oportunidad para evitar una emergencia de Estado. 

Twitter: @levario_j 

jl/I