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Faltas sin pena

La Ley Orgánica del Poder Legislativo es muy clara en cuanto a las obligaciones de los diputados locales, pero las que se pueden contabilizar solamente son dos: su asistencia a pleno y a sesiones de comisión. 

Estas dos únicas obligaciones suelen no ser cumplidas, porque faltan sin preocupación enviando solamente su justificante y así parece que cumplieron. 

La única excepción prevista si faltan a sesión de pleno es descontarles un día de su salario si no presentan justificante. 

Y aquí está la trampa. El descuento no es automático, tiene que solicitarlo el presidente de la Mesa Directiva, y esto no suele hacerse. 

Algunos legisladores, buscando ser congruentes, han pedido por cuenta propia descontarles el día no trabajado cuando van actividades partidistas o saben que estarán en la mira de los medios de comunicación. Aun así se arrepienten de hacerlo al ver que si no lo hubieran hecho no pasaba nada. 

También ha habido ocasiones en que algún diputado decide regresar parte de su salario porque promovió alguna iniciativa para reducir salarios y le pusieron muchas trabas para aceptar la devolución, y aunque al final lo logró sólo sirvió para irse a la bolsa general de gastos del Congreso. 

Con el paso del tiempo, algunos legisladores han demostrado buenas intenciones en tratar de ser responsables, pero se retiran y esos cambios se van con ellos, no quedan por escrito. 

En vez de pensar en el bien común sólo lo hacen en su beneficio sin garantizar resultados a largo plazo, y tampoco buscando cambiar la norma interna para que sea fácil ejecutar sus propias sanciones. Un ejemplo es que han evitado que se haga un descuento real cuando faltan a sesiones de pleno de manera injustificada. 

En esta Legislatura hubo presidentes de mesas directivas que se pusieron estrictos en cuanto a la forma de justificar y lograron momentáneamente poner orden, incluso hasta para el arranque de las sesiones. El inconveniente fue que cambiaron las personas en la mesa directiva y los cambios se diluyeron. 

La discrecionalidad del presidente de la mesa directiva permite que esta medida no se aplique con rigor o en la misma proporción, porque algunos no quieren tener problemas con sus homólogos y no piden que se les descuenten el día. 

Y si en realidad quisieran aumentar la producción legislativa aceptarían las propuestas de sancionar las inasistencias a comisiones para evitar que se cancelen por falta de quórum, la cual suele ser un escenario frecuente y en ocasiones intencional, y así los legisladores sí se pondrían a trabajar. 

La propuesta ya está hecha, y está en la congeladora, y como suelen decir, durmiendo el sueño de los justos, y cuando llegue otra Legislatura seguramente la desecharán como lo hizo la actual con todas las iniciativas de ley que les heredaron. De un plumazo las dieron de baja dentro del proceso legislativo. 

Esta situación sólo es un ejemplo de cómo pueden cambiar las cosas si hubiera voluntad política, es un pequeño paso que marcaría la diferencia entre lo que dice el papel y la realidad. Hasta serviría para poner el ejemplo en el estado y en otras Legislaturas. 

Aunque parece que ser ejemplo en la política es señal de debilidad, de falta de astucia y todo queda en el olvido. 

¿Quién se animaría a aplicar la ley con rigor? Cualquiera que quisiera demostrar ser un buen gobernante y una buena opción política para el futuro. 

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jl/I