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Tlaquepaque y las elecciones

Las elecciones extraordinarias en Tlaquepaque, sobre todo sus resultados, dejan lecciones a partidos políticos, a políticos profesionales y quienes buscan serlo, a empresarios políticos, a gobernantes, a líderes de todo tipo, a universidades, a organismos electorales y en general a los ciudadanos. Reflexiono sobre cuatro posibles aprendizajes: 

1. Votar por tal o cual partido no conduce a solucionar graves problemas de los electores. Tlaquepaque es un buen ejemplo de cómo sufragar por determinado candidato o candidata no garantiza que habrá respuestas positivas a situaciones que afectan a los ciudadanos. Por ejemplo, la terrible inseguridad pública que ha hecho mella en miles de familias del municipio. Aunque el discurso fuera diferente, da casi lo mismo votar por quien sea, porque al final de cuentas que asuma Citlalli Amaya o cualquier otro la presidencia municipal será incapaz, de nueva cuenta, como sus antecesores, de cumplir su papel ante el avance delincuencial. Habrá cambios sin que cambie lo sustancial. Los partidos siguen lejanos de la población. 

2. La alternancia en el poder no garantiza cambios de fondo en el sistema político camaleónico del país. Tlaquepaque es un municipio con relevancia política. Durante décadas fue mangoneado por el PRI, a través del feudo que ahí estableció su central obrera, la CROC. Del croquismo salieron alcaldes de Tlaquepaque, regidores, diputados locales y federales, funcionarios en diversos cargos. Hasta que, durante la oleada panista de los 90, los votantes echaron al partido tricolor. Luego de tres trienios, al PAN los electores lo removieron. Regresó el PRI, después retornó el PAN, de nuevo gobernó el tricolor y desde 2015 gobierna Movimiento Ciudadano, que este domingo de nuevo ganó en una segunda vuelta, sin un margen abultado respecto a Morena. Los tlaquepaquenses han visto ir y venir a gobernantes de tres partidos. Más allá de hacerse cargo de los servicios municipales, salvo una minoría la mayor parte de los ciudadanos continúa con sus problemas de subempleo, movilidad, bajos ingresos, salud, etcétera. Es obvio que el municipio por sí solo no resolverá grandes problemas de fondo, que necesita el respaldo de los gobierno estatal y federal, del Legislativo y el Judicial, que tienen gran responsabilidad como partes del sistema político. Pero el municipio posee cierto margen de maniobra, y eso poco se ha notado. Los pleitos entre partidos y candidatos no interesan a los ciudadanos de a pie. Les resultan ajenos cuando su atención básica es diario salir adelante, y más en tiempos del Covid 19. 

3. La legitimidad de quienes ganan es dañada. Poca representatividad, poder de convencimiento y consenso podrá tener la ganadora en Tlaquepaque, cuando su respaldo es bajo. 

4. La democracia restringida a lo electoral es insuficiente y favorecedora de las desigualdades sociales; e, incluso, genera un efecto búmeran, porque, al no ofrecer soluciones la vertiente electoral, se considera que la democracia no funciona y, desde cierta óptica criticable, se deduce que es mejor adoptar medidas autoritarias. Si no se avanza más allá de la democracia electoral, se podría agudizar el abstencionismo. Es histórico que en Tlaquepaque solo votaran alrededor de 21 de cada cien ciudadanos; y es otra exhibición del desaire a la democracia electoral que solo favorece a quienes se rotan en las esferas del poder, pero poco o nada a la población, en especial a la marginada. 

El abstencionismo electoral es una forma silenciosa de protesta de un amplio sector de ciudadanos que desconfían o rechazan a la clase político-empresarial y su acotada democracia electoral. El quehacer político debiera repensarse y ser enfilado en otras direcciones. 

Twitter: @SergioRenedDios

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