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Incumplen los compromisos con migrantes

El drama humano de los migrantes que se mueven por el sur-sureste mexicano no ha tenido alguna mención del presidente en las conferencias matutinas o en las giras por el sureste. El dolor y la vulnerabilidad de los migrantes no aparecen en el discurso presidencial, sin embargo, su situación ha encontrado eco y sensibilidad en la Iglesia católica de México. 

De manera inusual, el llamado urgente de los obispos al gobierno federal para atender esta situación es inédita, al declarar que “el gobierno federal ha incumplido con los compromisos realizados con las personas migrantes para sus traslados y regularización migratoria, lo que ha desatado una escalada de inconformidades derivando en bloqueos carreteros y conflictos con la población local”. 

Para los obispos mexicanos, la situación de las personas migrantes en Tapachula, Chiapas, ha llegado a tomar una dimensión y complejidad alarmantes. Insisten en que además del “hacinamiento, demora en los trámites de solicitud de reconocimiento de la condición de refugiado y visa humanitaria, hostigamientos y abusos de parte de autoridades locales y federales”, se ha sumado la desesperación y los brotes de violencia de ellos, como respuesta a tantas promesas incumplidas de parte del gobierno federal. 

Tenemos en el tiempo presente una política migratoria persecutoria y represiva. Esta actitud se produce en un gobierno de izquierda, y con un presidente que, durante su campaña y en su toma de protesta, ofreció “respeto absoluto a los derechos humanos y puertas abiertas a nuestros hermanos migrantes”. 

Esto ha ocasionado que se ponga en riesgo la integridad física tanto de las personas migrantes como de la población local. 

Señalan los obispos que la situación que se vive es caótica, con sufrimiento, desesperación y violencia. En medio de esta compleja realidad, la iglesia, a través de la Diócesis de Tapachula, Chiapas, se ha mantenido firme en proveer de atención humanitaria a las personas migrantes, y le preocupa la política confusa e ineficaz del gobierno federal, además de la indiferencia del gobierno estatal chiapaneco, y el papel de meros espectadores de los gobiernos municipales. 

Sin embargo, la sociedad civil y las familias de las parroquias cercanas a ejemplo de Las Patronas que alimentaban a los migrantes en el tren La Bestia han dado respuesta generosa, han hecho lo indecible por hacer frente a esta situación; pero el nivel de exigencia de esta situación rebasa con mucho los buenos propósitos de la gente y de la iglesia. 

Claramente los obispos señalan que corresponde al gobierno de México crear condiciones dignas para el ejercicio de todos los derechos para todas las personas de acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 

También expresan su preocupación al detectar que las personas migrantes son engañadas con falsas promesas por parte de criminales y estafadores que lucran con la necesidad y el dolor de quienes desean transitar por México. 

Los albergues y casas del migrante de la iglesia a través de sus distintas diócesis en todo el país han continuado con su labor humanitaria de atender a las personas más pobres, migrantes, solicitantes de refugio, personas deportadas, niñas, niños y adolescentes, sin importar credo, nacionalidad, lugar de origen o cualquier otra condición. 

La Pastoral de Movilidad Humana manifiesta su disposición al diálogo con el gobierno federal a fin de canalizar propuestas efectivas en beneficio de las personas migrantes, solicitantes del reconocimiento de la condición de refugiado, de las personas mexicanas deportadas y en situación de desplazamiento forzado interno. 

Las migraciones existen desde los inicios de la humanidad, pues las personas tienen arraigado el sentido de búsqueda del “vivir mejor”, es decir, vivir con dignidad. Por eso, el ser humano se mueve y se ha movido por toda la Tierra. 

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