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Jalisco, tierra de desaparecidos

La desaparición de personas se ha convertido desde hace varios meses en el problema más doloroso de Jalisco y en la principal preocupación de los jaliscienses. Por ello es inexplicable la indiferencia de las autoridades que, más allá de ofrecer la instalación de mesas de trabajo, cuya inutilidad ha sido probada, han decidido convertirse más bien en un obstáculo. 

El domingo pasado distintos colectivos volvieron a manifestarse, ante lo que llamaron “una pesadilla” que se vive en Jalisco. Y vaya que lo es. Si entramos al sitio web de información de la Comisión Nacional de Búsqueda, llama la atención la intensidad con la que aparece Jalisco en el mapa del país, descrita al pie de la imagen: “La entidad federativa con color de mayor intensidad indica un mayor número de registros de personas desaparecidas y no localizadas”, según el Registro Nacional. 

Sí, esa entidad federativa es Jalisco, que según los números registrados ayer tenía 15 mil 29 personas desaparecidas. Y ahí están solo las denunciadas, porque ya se ha documentado las que no aparecen por el miedo de las familias de acudir ante las autoridades o quienes acuden, pero con distintas artimañas son presionados para no denunciar. 

Pero lejos de sentir empatía ante esta pesadilla, las autoridades decidieron cerrar los ojos. Las declaraciones del gobernador Enrique Alfaro Ramírez cuando habla de seguridad lo muestran: le gusta hablar de delitos que van a la baja, de comparaciones con cifras que le permiten sostenerlo y de delitos de bajo impacto. Lo demás no es su problema. 

Por eso, cuando llamó a los dueños y directores de medios de comunicación para hablar de las desapariciones, no fue para aprovechar los millones de pesos de los que dispone el gobierno de Jalisco para una campaña intensiva de búsqueda y difusión, como cualquiera con unos gramos de empatía lo desearía. 

No, los llamó para pedirles o, más bien, exigirles, según los millones de pesos que gasta su gobierno en cada medio de comunicación, que dejen de hablar de los desaparecidos y lleven a sus notas los casos de quienes son encontrados, sin importar que solo sean unos cuantos ante el enorme tamaño de la tragedia. 

El elefante está en la sala y el gobernador decidió ignorarlo. Como consecuencia, diputados, alcaldes y funcionarios de todos los niveles también lo ignoran. 

A esto se suma una lista de hechos que permiten corroborar que es un tema que estorba políticamente al gobierno del estado. Cuando el gobernador decidió caminar a palacio de gobierno y no pudo eludir la manifestación del colectivo Luz de Esperanza y les lanzó su frase: “Si me gritan, me voy”; el comunicado de prensa en el que advierten que atenderán a los integrantes de este colectivo, pero no a su líder, Héctor Flores, quien desde hace más de un año busca a su hijo y apoya a otras familias en la búsqueda de sus seres queridos. También el retiro de las fichas de búsqueda que se colocan en las calles y la indicación que alguien dio para que las carpetas de investigación de alrededor de un centenar de casos del colectivo Luz de Esperanza no avancen. 

Las autoridades aseguran que el tema se atiende y que se han creado las instituciones para darle salida. Pero ya los colectivos han insistido que el personal es insuficiente, que quienes sí los ayudan son removidos de sus cargos y que los jefes de estas áreas en cuanto ya no está el gobernador o el secretario de Gobierno se vuelven déspotas y dejan de hacer su trabajo. 

Pero el elefante está ahí. Y por más que cierren los ojos, cada que se abra la página de la Comisión Nacional de Búsqueda aparecerá ese mapa de México en tonos rojos, en el que resalta la intensidad de Jalisco para decirnos que es tierra de desaparecidos. 

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jl/I